viernes, 6 de mayo de 2011

2011-44. "Comitiva de Embusteros" de Karen Maitland

M de Mentira. M de Muerte...


Título: "Comitiva de Embusteros. Una novela de la peste"

Título original: "Company of Liars. A Novel of the plague"

Autora: Karen Maitland.

Editorial: Umbriel.

Año: 2008 (2009, de la edición en español).

Páginas: 508.

Género: Novela histórica.

Frase promocional: "Una sensacional variante de Los cuentos de Canterbury." -Kirkus Review

"Una novela que recupera las imágenes, los sonidos y los olores del siglo XIV." -The Times


Sinopsis:

Inglaterra, 1348. La peste hace acto de presencia. En escasas semanas grandes regiones del país quedarán oscurecidas por la sombra de la Muerte Negra, y pueblos y aldeas arderán mientras las campanas repican con ominosos sones de tragedia. Mientras el terror y la sospecha arrasan por doquier, una pequeña banda de extraños viajeros, cada uno con su secreto a cuestas, intenta huir en medio de un país conmocionado. El juglar veneciano Rodrigo y su inseparable aprendiz Jofre. El mago Zophiel, que dice llevar consigo el cadáver disecado de un bebé de sirena. Osmond y su mujer, la embarazada Adela, quienes han sido repudiados por su familia. La misteriosa curandera Pleasance, y Cygnus, contador de historias que nació con un brazo en forma de ala de cisne. Al frente de todos ellos se encuentra Camelot, un vendedor ambulante de reliquias falsas. Y, en la retaguardia, la misteriosa Narigorm, una niña de mirada gélida con el don de conocer el futuro a través de las piedras.

Pero cuando uno de ellos aparece ahorcado, empiezan a sospechar que hay un traidor entre el grupo y que ninguno es realmente quien dice ser. Y entre oscuros presagios, y las inquietantes historias que circulan en los pueblos sobre brujas, vampiros y hombres-lobo, los sobrevivientes de la comitiva tendrán que enfrentarse a dos amenazas mucho más terribles: la Verdad y la Muerte.

Con Comitiva de embusteros, Karen Maitland nos ofrece un retrato prodigioso de la Edad Media, una época de enfermedad y oscurantismo que también estuvo plagada de personajes tan peculiares como entrañables.


Puntuación: 3,5/5


Hay ocasiones en las que, sencillamente, la prosa no fluye. Pero que nadie se alarme, pues hablo de mis propios problemas con esta nueva entrada (ésos que me han llevado a hacer borrón y cuenta nueva... ¡y ya veremos lo que sale!), pero para nada de "Comitiva de Embusteros". Y es que parece que Karen Maitland no sufre de esta clase de males; o, en todo caso, en nada se perciben estos en el resultado final de sus esfuerzos, tan encomiables por lo logrado de la ambientación histórica, rigurosa a la par que instructiva, sin pecar en ningún momento de academicista ni aburrida, como por la amenidad de una propuesta que, en términos generales, bien pudiera encuadrarse sin problemas en el género de novela de aventuras, sin que falte además un plus de toque fantástico.

Y es que también en la novela histórica, como en casi todo, hay tipos y tipos y, por lo mismo, no hay que renunciar al género por eso de que a nosotros no nos guste la Historia... o tal cosa argumentan algunos, sin que vayamos a pararnos hoy en reflexiones pseudofilósoficas, pero no por ello menos acertadas, de ésas que dicen que quién no conoce su propia historia está condenado a repetirla. Y conste que no me estoy refiriendo en este caso al sinfín de subgéneros que uno se puede encontrar dentro del género (aventuras navales o bélicas, cualquiera que sea la guerra en cuestión; de romanos, egipcios, prehistóricas; victorianas, o de la Edad Media con ese papel sin duda predominante de las Cruzadas...), sino a las distintas formas de enfocar la revisión de épocas pretéritas o al uso que de las mismas se hace en la narración.

Así, mientras en algunos casos es ese pasado el verdadero protagonista de la historia, bien sea a través de reconstrucciones más o menos fieles de determinados acontecimientos clave o la aproximación a conocidas figuras históricas, en otros casos la Historia es simplemente un punto de referencia, un marco narrativo que influye en los acontecimientos en la medida en que estos carecerían de contenido o significado sin tener en cuenta la mentalidad o los sucesos del momento, pero que en última instancia se centra en personajes, vivencias, pensamientos o sensaciones, cuando no ya pasiones que, por universales, se hallan al alcance de cualquier lector, independientemente de la época en que éste viva.

Es precisamente en esta última categoría en la que se encuadra la obra de Karen Maitland que, de hecho, llega a calificarse en algunos sitios como novela perteneciente al género fantástico; si bien desde mi punto de vista eso supone simplificar en exceso las cosas, pues si bien es cierto que algo de eso hay, especialmente en el giro final de la trama, "Comitiva de Embusteros" es, por encima de todo, una historia de personajes y suspense que mantiene al lector tan inmerso en su trama que realmente parece difícil creer, llegados a su final, que acabemos de leernos más de quinientas páginas.

Una trama que, en efecto, no tendría el menor sentido prescindiendo de su marco temporal pero que, no obstante, no se centra en el tema de la peste tanto como uno pudiera pensar en un primer momento, sin duda movido a ello por el propio subtítulo de la novela. En todo caso, la continua amenaza de la peste es el motor de acciones y decisiones, no sólo de los propios protagonistas de nuestra historia, sino de las gentes de una época en la que las supersticiones formaban parte de la vida cotidiana, y que tan bien se retrata en "Comitiva de Embusteros".

En cuanto a la propia comitiva que da título al libro, sin duda es una de las piezas claves de esta historia, que funciona en gran medida gracias a la lograda personalidad de un conjunto de tipos humanos tan heterogéneo como fascinante, perfecto retrato una vez más de la época y, por esa misma diversidad, apasionante fuente de conflictos y emociones contrapuestas, pues son precisamente los secretos que guardan cada uno de sus componentes los que mantienen vivo tanto el interés del lector como la propia trama. Y ni siquiera el hecho de que la revelación final se anticipe intencionadamente por parte de la autora, cuando aún quedan unas ciento cincuenta páginas para llegar al desenlace, resta el más mínimo interés a la narración.

En la mejor tradición de la novela de aventuras y suspense, cuando no ya directamente negra, no faltan muertes en esta historia; muertes cuyo misterio se irá resolviendo en mayor o menor grado a medida que pasamos páginas, si bien cada duda resuelta es rápidamente sustituida por nuevas preguntas, consiguiendo así que el ritmo no decaiga en ningún momento.

Así pues, sospechas, secretos, sorpresas y hasta lo sobrenatural; mentiras, misterios, muerte y miedos de toda clase... todo eso y más encontramos en una novela de estilo impecable, en la que lo histórico se combina con lo fantástico sin que falte tampoco lo lírico, en forma de las bellas narraciones con las que algunos de los protagonistas (y no sólo el cuentista o el juglar) enmascaran la verdad de sus propias vidas. Porque, en efecto, las cosas no son siempre lo que parecen; y, en casos como éste, poco de lo que parece, realmente es.


Le Morte Bleue

Y, a pesar de todo lo dicho, ésta también es, en efecto, una novela sobre la peste, pues por más que no se detenga en exceso en los padecimientos propios de la enfermedad, que en realidad no llega a afectar a ninguno de los miembros de nuestra comitiva (son otros sus problemas, y no pocos precisamente), la presencia e influencia de la Gran Plaga en la novela es tan determinante como innegable.

Maitland capta a la perfección la forma en la que la enfermedad afectó a la población, sus formas de vida y costumbres, así como la angustia latente que su presencia imponía de manera continua en la existencia de las gentes de la época, cualquiera que fuera su nacionalidad, religión o condición social, pues por más que inicialmente se creía que la peste era un mal propio de extranjeros o judíos, pronto se vio que ni los rezos ni los ritos supersticiosos inmunizaban contra el democrático mal.

Como la propia autora nos aclara en la nota histórica final, los testimonios de la época difieren en cuanto al momento exacto en el que la peste negra llegó a Gran Bretaña: finales de primavera u otoño, 1348 es, en todo caso, el año clave. Varias ciudades y pueblos reclaman el dudoso honor de ser el primer lugar en el que brotó la epidemia, desde Melcombe, en Dorset, hasta Southhampton y Bristol; si bien es probable que no exista un único punto de entrada y que, al contrario, fueran varios los barcos procedentes de las islas del Canal y Europa que llevasen la enfermedad a varios puertos ingleses con algunas semanas de diferencia.

Aunque en la actualidad nos referimos habitualmente a esta terrible epidemia que asoló Europa en la Edad Media con el nombre de peste negra o simplemente peste, en realidad ninguno de estos términos se usaba en siglos anteriores, siendo conocida en la época como la pestilencia, la gran mortandad o morte bleue, en Francia, por las moraduras en la piel consecuencia de los hematomas subdurales.

Actualmente se cree que fueron tres las plagas que devastaron Europa en 1348, y no una sola: peste bubónica, transmitida por la pulga de la rata y caracterizada por la aparición de bubones, tumores purulentos en las ingles y las axilas, que provoca la muerte en un plazo de entre dos y seis días; peste neumónica, que afecta a los pulmones y se transmite a través de la tos y la respiración, y peste septicémica, en la que la bacteria se introduce en el corriente sanguíneo y provoca la muerte en un día. Hoy se cree que la mayoría de las víctimas de la epidemia que se erige en telón de fondo en "Comitiva de Embusteros" fallecieron de peste neumónica, la más infecciosa, que se contagia directamente entre humanos, aunque otros brotes posteriores bien pudieron ser de peste bubónica.

La peste de 1348 fue tan sólo la última de una serie de catástrofes que afectaron a Gran Bretaña. En el período de 1290 a 1348 se había producido un cambio climático tan rápido y drástico que el Papa ordenó que se rezaran oraciones especiales en las iglesias. Testimonios de la época sostienen que ese año, 1348, fue especialmente nefasto, ya que llovió todos los días entre San Juan y Navidad, tal y como relata también Maitland en su historia. Pensarlo solamente un momento: lluvia desde el 24 de junio hasta el 25 de diciembre, ni más ni menos que seis meses seguidos... De hecho, este cambio climático, que por más que ahora esté tan de moda, y no diré yo que sin motivos, no es en realidad cosa tan nueva, provocó la pérdida de cosechas, la aparición de la duela del hígado de las ovejas y enfermedades mortales entre las reses, además de originar inundaciones generalizadas que prácticamente acabaron con la industria de la sal en la costa inglesa de levante. Todo ello, combinado con una explosión demográfica, conllevó que muriera tanta gente de hambre como por la peste en sí... que además no es que fomentase demasiado las relaciones comerciales, por mor de evitar el contacto con otros seres humanos, posible fuente de contagio.

La Iglesias y otras figuras e instituciones destacadas de la época propusieron múltiples causas distintas para la peste: el castigo divino, aire viciado, desequilibrio de humores, sobrealimentación o los vampiros. Sí, sí: vampiros... y es que la Iglesia consideraba en aquellos tiempos herético no creer en su existencia, al igual que en la de los hombres lobo. También se acusó de la peste a los judíos, como decíamos antes, quienes supuestamente la provocaban envenenando los pozos de agua; y a pesar de que el Papa declaró que ellos no eran los culpables y prohibió que se los asaltara, estos fueron objeto de una persecución encarnizada en lugares como Estrasburgo, donde muchos fueron quemados vivos el día de San Valentín de 1349.

Llevada por la desesperación, la gente probaba cualquier cosa para detener la extensión de la peste, incluida la curiosa costumbre que también se recoge en las páginas de "Comitiva de Embusteros" de las llamadas "bodas de lisiados". Esta practica era muy común en Europa durante la Edad Media y durante muchos siglos continuó siendo una forma de protección contra las epidemias mortales; de hecho, el último caso registrado tuvo lugar en Cracovia (Polonia) a finales del siglo XIX. ¿Que en qué consistía exactamente este rito supersticioso? Dejemos que sea la propia autora la que nos lo explique brevemente por boca de nuestro narrador, el camelista Camelot:

"Había oído hablar de la costumbre de las bodas de tullidos hacía muchos años. Hay quien dice que se remonta a los tiempos en los que los hombres no eran cristianos. Se dice que si se casa entre sí a dos lisiados en el cementerio y a expensas de la comunidad, la boda alejará la ira divina y protegerá al pueblo de cualquier peste o enfermedad que asole los alrededores. Para que el conjuro funcione, todos los habitantes del pueblo tienen que contribuir a la boda con algo." (Pág. 84).


La peste en la literatura

Pero, evidentemente, la peste no ha servido sólo como fuente de inspiración de supersticiones y leyendas de tal índole, sino que también es tema recurrente en el terreno literario. Como de costumbre, lo suyo es recurir a los habituales botones de muestra, si bien no deja de ser paradójico que la novela que lleva precisamente tal título, "La Peste" de Albert Camus, no tenga en realidad por núcleo central la medieval pestilencia histórica, sino que se piensa que la obra está basada en la epidemia de cólera que asoló Orán (Argelia) en 1849, tras la colonización francesa, aunque de hecho la novela se ambienta en el siglo XX.

Algo que, por otra parte, es común en algunas novelas que toman como inspiración la enfermedad, acaso por eso de que, como creo haber mencionado ya alguna vez, pocas cosas asustan tanto como aquello que no se puede controlar, y los virus y afines supuestamente extintos y contra los que no existe cura son un buen ejemplo de ello; pues por más que se tenga la capacidad y conocimientos científicos suficientes como para desarrollar rápidamente una cura, lo fulminante del contagio y la muerte en estos casos (recordemos que un día podía ser suficiente en caso de peste septicémica) sin duda es suficiente para provocar el escalofrío y la desazón.

* Esa hipótesis constituye, precisamente, el punto de partida de "La Plaga" de Ann Benson, una novela en la tradición de Michael Crichton, que combina el tecno-thriller con la historia de forma bastante interesante. La pregunta es: ¿Qué ocurre cuando la peste bubónica, ausente durante tanto tiempo del mundo moderno, reaparece en la sociedad del siglo XXI? Benson ofrece su respuesta a través de dos relatos paralelos: en el siglo XIV, el médico Alejandro Canches se salva de ser ejecutado por realizar una autopsia y en su huida recorre la Europa de la Peste Negra, hasta que finalmente es enviado, contra su voluntad, a la corte de Eduardo III de Inglaterra para combatir la epidemia. En dramático contrapunto contemporáneo, la arqueóloga y médica Janie Crowe llega a la Inglaterra del siglo XXI e involuntariamente provoca la difusión de una mortífera bacteria en un mundo que no está preparado para combatirla. En un futuro en que los antibióticos han perdido toda eficacia y un pasado dominado por el terror, estos dos héroes, muy a su pesar, se ven unidos por la Historia...

Una propuesta quizá no en exceso trascendente, pero sí interesante, en la que destaca la vertiente histórica, mientras que la contemporánea roza por momentos la ciencia ficción en su uso de determinados avances científicos inexistentes hasta la fecha... ¡aunque ya se sabe que estas cosas avanzan que es una barbaridad! Una novela que cuenta con segunda parte de lectura independiente, aunque siempre es recomendable haber leído antes la primera, y en la que la autora continúa con su narración de las vidas paralelas de los protagonistas de ésta: "Ruta de Fuego", donde en este caso la fuente de preocupación será un primo hermano de la peste.

* Aunque, sin duda, si la anterior os parece una propuesta interesante, que lo es, mucho más recomendable será siempre "El Libro del Día del Juicio Final" de Connie Willis... ése que alguien me reprochaba no haber mencionado en su momento, cuando hablábamos de los viajes en el tiempo en la entrada dedicada a "La Hora del Ángel" de Anne Rice. Superior, en efecto, a los best-seller de Ann Benson en todos los aspectos: argumento, estilo narrativo, profundidad en el tratamiento de temas como el miedo a la enfermedad y el sufrimiento... una novela tremendamente amena y adictiva, que no por nada fue considerada como la mejor dentro del campo de la ciencia ficción de 1992, obteniendo los más importantes premios del género ese año: Nebula, Hugo y Locus.

A mediados del siglo XXI, la joven estudiante Kirvin Engle se prepara para hacer un viaje en el tiempo. Junto con otros científicos, pretende recabar información de primera mano sobre una de las épocas más oscuras de la historia de la Humanidad: la Edad Media. Aparentemente, todo ha salido bien. Kirvin se encuentra en una nevada campiña inglesa en pleno siglo XVI. Lo que no sabe es que, en 2054, el técnico que marcó las coordenadas de su viaje ha caído fulminado, presa de una extraña plaga que parece asolar la población de ambos tiempos. La historiadora está atrapada en plena época de la Peste Negra, y su venida es interpretada como un acto de Dios; creen que es un ángel protector llegado del Cielo para evitar el Juicio Final. Lo dicho: aunque yo siga prefiriendo el humor entre victorianos de "Por No Mencionar al Perro", realmente apasionante y recomendable.

* Con menos toques de ciencia ficción o, lo que es lo mismo, más contemporáneas de la enfermedad y por lo tanto novelas históricas, podríamos destacar brevemente "La Máscara", de Diana Norman, de la que ya hablamos en relación con otro de sus temas centrales, la prostitución; o "Un Mundo Sin Fin", de Ken Follett, más conocida por ser la secuela de la archiconocida "Los Pilares de la Tierra"... aunque tengo que decir que yo aún no me he leído esta continuación de la historia, ambientada doscientos años después de aquella (en 1327 para ser más exactos) y protagonizada por los descendientes de sus protagonistas; y en la que, en efecto, la Peste Negra es tema central.

* También de oídas tengo que limitarme a mencionar "El Año de la Peste" de Geraldine Brooks, de la que me ha llamado la atención, en otro orden de cosas, su portada, puesto que es prácticamente un calco de la de "El Cocinero del Dux"... En 1666, cuando la peste llega a un pueblo aislado en la montaña, en una partida de retales contaminados proveniente de Londres, una criada llamada Anna Frith se destaca como una gran heroína y curandera. A través de los ojos de Anna seguimos la historia de la epidemia de peste y cómo los habitantes de Eyam tienen que hacer una terrible elección. Convencidos por un joven vicario deciden aislarse en cuarentena en el pueblo para evitar que se extienda el desastre. Y mientras la muerte llama a la puerta de cada casa, la fe se resquebraja. Los aldeanos abandonan los rezos y las hierbas medicinales para volcarse a la brujería y a la caza de brujas. Anna deberá hacer frente a la muerte en el seno de su familia, a la desintegración de su comunidad y al riesgo de un amor prohibido, mientras lucha por sobrevivir... En principio, una propuesta interesante, en la que se mezclan dos temas tan arquetípicos de la época como lo son la peste y la brujería.


¿Magia y superstición? Ciencia y tradición

Los tiempos cambian: afirmación tan obvia como cierta. No se ven igual las cosas cuando los ojos con que se miran corresponden a épocas diferentes, más aún en una era en la que el conocimiento está tan difundido o, en todo caso, tan a mano de cualquier interesado merced a grandes medios de difusión como la propia internet, que conceptos como el de magia pierden su significado, y por más que uno no se lo explique sabe sin duda que hay truco.

Es por eso mismo que lo que a Zophiel, el mago medieval, le sirve para dar una lección a un Jofre propenso a las apuestas (aunque tratándose de este antipático personaje no es bienintencionada, precisamente, su intención moralizante), a los jóvenes de hoy en día se les puede antojar truco barato que, en todo caso, les permitirá a ellos mismos sacarles unos euros a sus amiguetes. ¿O acaso no lo venden así tantas y tantas veces en "El Hormiguero", donde se explicó ya este truco?

Así pues, ¿cómo metes un huevo en una botella? Ciencia pura y dura, por supuesto. Evidentemente, la anchura del huevo ha de ser mayor que la de la boca de la botella, pues si no la cosa no tendría gracia. Se trata de coger la botella e insertarle fuego dentro, por ejemplo, con una cerilla o con un papel ardiendo. Inmediatamente después se coloca el huevo encima del agujero. El efecto que se consigue es contrario al de la expansión, ya que el oxígeno va quemando el aire y se crea tal vacío que el huevo tiende a entrar a mayor o menor velocidad dependiendo de la rapidez y cantidad de combustión. Y es así porque se crean dos zonas de distinta presión: la de dentro de la botella tiene menos presión que la de fuera, por lo que el aire intentará entrar en ésta por donde pueda. Las paredes de la botella son rígidas, y el huevo es capaz de deformarse, por lo que el aire empujará al huevo dentro de la botella, y al hacerlo, se igualarán las presiones de dentro y de fuera... ¿Se entiende? Más o menos... de todos modos téngase en cuenta que el truco hay que hacerlo con un huevo cocido o, en todo caso y para el que se quiera arriesgar, que haya sido macerado en vinagre para conseguir la necesaria flexibilidad.

Otro ejemplo de cómo cambian los tiempos: "Halloween", o de cómo la moderna costumbre americana va sustituyendo a la tradición de "Todos los Santos" con sus visitas a los cementerios. Aunque, en realidad, la fiesta viene de mucho antes y tenía más de pagana que de religiosa. Sus orígenes se remontan a los celtas, según cuyo calendario el año finalizaba precisamente el día 31 de octubre nuestro y comenzaba en noviembre, el mes de la siembra. Así, la "noche de las ánimas" era el día (¡o la noche!) en el que los espíritus estaban autorizados a abandonar los cementerios y “resucitar”, apoderándose de los cuerpos de los vivos. De manera que la gente adornaba sus casas con símbolos desagradables, como calaveras y huesos, que se supone que debían servir para ahuyentarlos. Hay que tener en cuenta que era el momento en que se aproximaba el invierno y las gentes hacían provisión de alimentos en las casas previendo que la estación daría pocas oportunidades tanto para la caza como para el cultivo, por lo que abundaban por entonces los sacrificios de animales y por lo tanto los huesos y cráneos de los que servirse a este fin.

Con la imposición del cristianismo, la fiesta primero intentó eliminarse y, al no conseguirlo, se reconvirtió en los que hoy conocemos como Día de Todos los Santos (1 de noviembre) y el día de los muertos o de difuntos (2 de noviembre).

Así nos lo cuenta una vez más Camelot de la mano (la de empuñar la pluma) de Maitland:

"La noche de las ánimas, todos los buenos cristianos están en la cama, con la frazada bien ajustada y la cabeza escondida bajo ella, o en la iglesia, buscando refugio en los santos y la oración. Porque dicen que es en esta noche cuando, entre la puesta de sol y el alba, se abren las puertas del purgatorio y los muertos salen sigilosos en forma de sapo, gato, lechuza o murciélago a atormentar a quienes se hayan olvidado de ellos o los hayan desatendido.

La noche de las ánimas, cuando yo era niño, la gente solía depositar guirnaldas, comida y cerveza sobre las tumbas de sus familiares para persuadirlos de que no estaban desatendidos. Pero a los muertos no se los engaña con una sola muestra de recuerdo, y acudían igualmente a las casas, rascaban en las paredes o zarandeaban los postigos. Los niños nos acurrucábamos en la cama y fingíamos no temer nada, pero, temblando bajo las frazadas, escuchábamos atentamente todos los crujidos y graznidos, chirridos y aullidos de esa larga noche, dando gracias por la reconfortante sensación que proporcionaba tener los cuerpos cálidos de los hermanso bien pegados al de uno."


Reflexiones desde el pasado...

* "Somos exiliados de nuestro pasado." (Pág. 51).

* "La gente enferma cuando se dedica a darle vueltas a ideas desagradables, cuando le niega al cuerpo lo que éste desea y hace infeliz a la carne." (Pág. 349).

* "Cortar con el pasado es cortar el único hilo que nos une a este mundo y a nuestro propio ser. Cuando uno corta amarras con su pasado, se separa de sí mismo." (Pág. 440).


Otras obras de la autora

En cierta forma, podría decirse que este "Comitiva de Embusteros" es la segunda novela de Karen Maitland; pero lo que no puede decirse es que sea su segundo libro, pues esta irlandesa de nacimiento, si bien se crió desde las pocas semanas de vida en Malta, es responsable de otros diecisiete libros de no ficción. Del mismo modo, por otra parte, que tras su experiencia con la obra que hoy nos ocupa, que además tiene su origen según cuentan en los dieciocho meses que pasó viviendo en una remota aldea de Nigeria, se puede decir que la escritora se ha aficionado al género de los misterios medievales, en el que se encuadran sus novelas posteriores.

Su primera novela, el thriller 'The White Room', surgió a su vez de las experiencias de Maitland en Irlanda del Norte. Y la verdad es que es de lo más extraño, pero he sido por completo incapaz de encontrar información al respecto en la propia página web de la autora, más allá de una breve mención en su biografía, tan centrada parece estar en sus incursiones medievales.

En cualquier caso, "Comitiva de Embusteros" es la única obra de esta escritora que podemos encontrar traducida al castellano hasta la fecha.


Te gustará si te gusta... Lo cierto es que la referencia a "Los Cuentos de Canterbury" aparece al menos en tres de las menciones a críticas de esta obra que se recogen en la contraportada. ¡Por algo será! Y es que, incluso no habiendo leído el clásico, como es mi caso, es fácil ver los paralelismos con la creación de Chaucer, pues también aquí hay una suerte de peregrinaje y los personajes utilizan cuentos en más de una ocasión para mostrar su personalidad tanto como los hechos encubiertos de su propio pasado.

Aunque para mí la mención de los cuentos de Chaucer evoca otra obra mucho más actual de estructura y planteamiento similares y con la que, por lo mismo, también es posible establecer una analogía, por más que en última instancia estemos hablando de un género completamente diferente como lo es el de la ciencia ficción. Pues sí: hablo de "Hyperion" de Dan Simmons, la primera parte de su tetralogía 'Los Cantos de Hyperion', premio Hugo de 1990, e Ignotus del 91, a la mejor novela en ambos casos; y, por cierto, la primera novela que leí de este autor, uno de mis favoritos y digno de elogio por su innegable habilidad para incursionar en todo tipo de géneros con igual maestría y acierto: terror, fantasía, ciencia ficción, histórica o género negro, nada se le resiste.

En esta primera novela de la serie, y siguiendo como decíamos una estructura muy parecida a la de "Los Cuentos de Canterbury" (peregrinos de distinta edad, profesión o religión y sus respecivas historias en forma de cuentos), Simmons nos presenta un futuro en el que la humanidad ha colonizado docenas de mundos de la galaxia y domina el teletransporte y los viajes espaciales a velocidades hiperlumínicas.

Estamos, de hecho, en el siglo XXVIII, y la humanidad se ha expandido por la Galaxia, abandonando el moribundo planeta Tierra original después de una masiva Hégira. La llamada Hegemonía del Hombre mantiene la paz en una sorprendente pero evolutivamente estanca y acomodada sociedad que forma la Red de Mundos durante los últimos tres siglos, gobernando junto a las misteriosas Inteligencias Artificiales que habitan en el TecnoNúcleo. Pero un peligro inminente amenaza la estabilidad y el statu quo desarrollado por la Hegemonía y las IA.

En el mundo apartado de Hyperion, se encuentran las Tumbas de Tiempo, artefactos enviados desde el futuro lejano que están a punto de abrirse y encierran un terrible secreto relacionado con una sangrienta e imposible criatura que sólo se comunica mediante la muerte, el Alcaudón, o Señor del Dolor, considerado por algunos como una deidad y por otros como avatar de la inminente expiación humana. Así mismo, unos seres exteriores conocidos como éxters, herederos también de la vieja Tierra, han demostrado el mismo interés por este extraño mundo: por alguna extraña razón, todos los grupos de poder del universo conocido desean tomar el control del planeta justo en el momento que se abren las Tumbas de Tiempo. En este contexto, siete personas se dirigen en Hyperion a una última peregrinación a su encuentro con el Alcaudón.

Todos ellos portadores de historias increíbles y temibles secretos, muestran al contar sus historias pinceladas del complejo universo desarrollado por Simmons y una sugerente visión caleidoscópica de una sociedad abocada a una lucha épica por el alma y el destino de la humanidad, a la que tal vez puedan salvar.

La novela recibe su nombre del poema épico inacabado de John Keats "Hyperion" y contiene numerosas referencias a la obra del poeta, incluyendo el nombre de la capital del planeta Hyperion.

Lo dicho: ciencia ficción de la buena, tan original como compleja y el perfecto arranque para una tetralogía que ya forma parte de los anales del género. La historia iniciada en esta novela se completa con la segunda parte de la serie, "La Caída de Hyperion", mientras que la acción de "Endymion" transcurre unos 250 años más tarde, siendo su continuación directa "El Ascenso de Endymion", cuarta y última novela del ciclo.


Y así terminamos...

Cómo, os preguntaréis. Pues con un par de paralelismos más, que tienen mucho que ver con las sensaciones generales que provoca siempre leer una novela del tipo de "Comitiva de Embusteros": ésas en las que las aventuras itinerantes mantienen entretenido al lector y le hacen viajar tantos años como distancia. Las que, en todo caso, aun siendo novela histórica están al alcance de cualquier lector por su amenidad y en las que, como ya he dicho, lo importante son los personajes y sus peripecias más que la Historia (con mayúscula) en sí misma.

* Así pues, el primer título por asociación resulta a mí entender bastante evidente, pues no es otro que "El Médico" de Noah Gordon... del que, una vez más, tengo que decir que ya hemos hablado en este blog con anterioridad; y no es que se me estén acabando las referencias, que también pudiera ser, es que realmente algo tiene que ver el peregrinaje de nuestra comitiva con el del joven Rob J. Cole en compañía del cirujano-barbero con sus espectáculos, y en solitario después, por la Inglaterra medieval, donde aún tenía cabida la magia y la superstición. Pues tampoco en ninguna de estas dos novelas falta un cierto toque fantástico o sobrenatural, ya sea a través de las runas de Narigorm o por medio del útil "don" del bisoño aspirante a médico. Ambas obras son igualmente amenas y se leen con facilidad a pesar de sus dimensiones; aunque, por supuesto, no puede decirse que ambas hayan tenido la misma repercusión, pues el best-seller de Gordon aún lo sigue siendo veinticinco años después de su publicación, y todo parece indicar que hay versión cinematográfica en el horizonte; mientras que la obra de Maitland, a pesar de todas sus virtudes, no está llamada a convertirse en obra de referencia ni subirá a los altares literarios. De hecho, lo confieso: me ha gustado y me he entretenido considerablemente, pero probablemente caerá en el olvido con el tiempo.

* Aún una mención más, y ahora sí que terminamos... pues aunque tengo que decir que esta novela no llegó a impresionarme como puede que en realidad merezca (culpemos a una vida ajetreada y complicada y al consecuente estado de ánimo del momento, tanto como a lo dilatado de su lectura), bien es cierto que enseguida surgió el nombre en mi mente mientras leía "Comitiva de Embusteros". Como de costumbre, salvando las distancias, pero ahí está "La Espada de San Jorge" de David Camus, en la que por cierto no faltan las referencias a las Cruzadas tan típicas del género histórico medieval, si bien con un toque fantástico que permite ofrecer una nueva visión de los tópicos; y en la que, por cierto y una vez más, tampoco faltan peregrinajes que no siempre son santos, en compañía de personajes de lo más dispares y originales.

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Proximamente: "El Rostro de la Muerte", de Cody McFadyen.

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