lunes, 16 de mayo de 2011

2011-46. "Shogún", de James Clavell

Karma es karma


Título: "Shogún"

Título original: "Shogun"

Autor: James Clavell.

Editorial: Punto de Lectura.

Año: 1975 (2006, de la edición en español).

Páginas: 1.123.

Género: Novela histórica de aventuras (Japón, S.XVII).


Sinopsis:

El capitán John Blackthorne naufraga en los primeros años del siglo XVII en las costas de Japón. Su destino es morir decapitado, pero, sorprendentemente, se convierte en pieza clave en la lucha política que mantienen lo más poderosos señores feudales, Toranaga e Ishido, por hacerse con el control del Imperio. Zarandeado por los intereses de ambos señores, y por los de la Iglesia que cristianiza las islas, Blackthorne, llamadmo Anjín-san, va sumergiéndose poco a poco en la cultura japonesa, hasta el punto de aprender el idioma, convertirse en samurái e, incluso, enamorarse de Mariko-san, su traductora.

Shogún, uno de los éxitos literarios más fulminantes de las últimas décadas, que además sirvió de inspiración para la famosa serie televisiva, es la historia del enfrentamiento entre dos mundos encarnada en el relato de un amor imposible.


Puntuación: 3/5

Los que realmente me conocen saben ya de mi espíritu de contradicción, pero lo cierto es que llevarme la contraria a mí misma no entra dentro del esquema habitual del proceso, así que en este caso concreto tendremos que buscar otra justificación. Y es que tengo que decir que esperaba que el "Shogún" de James Clavell me gustase bastante más de lo que lo ha hecho. El género, la temática, las referencias que de esta novela tenía y hasta su extensión, pues soy de las que cree que no siempre las mejores esencias vienen en frasco pequeño, me hicieron concebir ciertas esperanzas, crearme determinadas expectativas que, si bien en buena lid tampoco puedo decir que se hayan visto por completo defraudadas, lo cierto es que tampoco se han visto plenamente satisfechas.

Empezando por el simple hecho, increible pero cierto después de lo anteriormente dicho, de que su extensión me ha parecido excesiva, cuando no ya innecesaria; y es que, por más que a veces sea necesario tomarse las cosas con calma para contar bien una historia, más aún cuando los sucesos narrados encierran la complejidad política de los así expuestos en "Shogún" (estrategias bélicas, traiciones, planes secretos, contraplanes, argucias varias...), he tenido la sensación, especialmente en la parte central de la novela, de que el autor daba demasiadas vueltas sobre un mismo punto, a tal extremo que la lectura ha llegado a hacérseme pesada por momentos... si bien es cierto que, afortunadamente, la historia vuelve a ganar tanto en ritmo como en interés en su parte final, consideraciones sobre su desenlace aparte.

Por otro lado, no se puede negar el talento de Clavell para reflejar las consecuencias de un choque de culturas como el que en esta narración se produce; y, lo que resulta aún más destacable, no sólo a gran nivel, como de hecho lo hace con su retrato de la influencia de la nueva cultura católica y, en especial, de los jesuitas portugueses, sobre las luchas de poder internas por medio de ese enfrentamiento latente entre los daimíos católicos y los que no lo son, sino también a nivel individual, tanto por medio de la figura del supuesto gran protagonista, el capitán Blackthorne, alias Anjín-san, como a través de su no menos interesante traductora, la conversa Mariko-san.

Es Mariko un personaje que se convierte en protagonista por derecho propio a medida que transcurre la historia, y cuya relevancia va mucho más allá de ser el objeto de interés amoroso del europeo convertido en hatamoto. Mujer samurái que encarna a la perfección las virtudes y tradiciones del Japón feudal, su interés reside en gran medida en el hecho de ser un personaje a medio camino entre dos mundos que, no obstante, no olvida nunca conceptos tan importantes en esta novela como lo son el deber y el honor... y todo ello sin renunciar tampoco a su nueva fe cristiana. Un personaje con carácter que, como sucede con muchos otros en esta novela, se impone sin mayor dificultad sobre el de Anjin-san al que, para mí, le falta un punto de fuerza o desarrollo para llegar a convertirse en auténtico protagonista de la historia.

Acaso tal sensación tenga mucho que ver con la alternancia en los puntos de vista de la narración, sin duda necesarios para un buen entendimiento de la historia que, en realidad, tiene mucho más que ver en última instancia con el enfrentamiento entre dos grandes señores feudales en su lucha por el poder que con ese choque de culturas que, sin que pueda negarse su importancia, en ciertos aspectos se consituye mucho más en telón de fondo que en núcleo central de la historia. Y, por lo mismo, se me antoja que las pinceladas de pensamiento y sentimiento de Blackthorne no llegan a ser suficientes para lograr la total empatía con el personaje, por más que no sea difícil entender su lucha interna, tanto como su fascinación por el nuevo mundo al que se enfrenta y del que acaso pasa a formar parte con inusitada facilidad. ¡Vamos! Que si no fuera porque el Anjín-san está basado en una figura histórica, acaso me vería tentada a creer que su esencia no es sino la de la creación literaria y su propósito no otro que el de servir de excusa para una introducción para europeos a los modos y maneras del Japón feudal.

Un Japón feudal que, en muchos aspectos, puede considerarse como el auténtico protagonista de esta novela; tanto como lo es, en mayor medida que cualquier otro de los tipos humanos que pueblan estas páginas, el gran daimío del Kwanto, el señor Toranaga, insigne señor feudal en su constante lucha por alcanzar el rango de Shogún, que no por nada tal título es el elegido para bautizar esta novela. Un hombre extremadamente inteligente, calculador y astuto, que mueve con maestría los hilos no sólo de todos aquellos que se encuentran bajo su poder, sino también de los que a él se oponen, sin que muchas veces ni unos ni otros lleguen a ser conscientes de tal realidad. El verdadero maestro de ceremonias de una trama teñida de conspiraciones políticas, cuyo final parece indefectible por más que tantas cosas queden en el aire. Y es que, si me lo preguntáis, el desenlace es un tanto decepcionante en su carácter abierto, especialmente después de que haber pasado tanto tiempo pendientes de la lucha entre Toranaga e Ishido.

En resumen, una novela que podría haber sido mejor de lo que es, excesivamente larga por momentos, en la que destacan especialmente los personajes secundarios, tales como Yabú o su sobrino, Omi, del que personalmente me hubiera gustado ver bastante más. Una buena aproximación histórica a una época y cultura fascinantes, como sin duda lo es el Japón feudal, en la que se echa de menos un poco más de acción, incluso por más que ésta no falte, y que nunca brilla tanto como en los momentos en que se impone la sencillez del sentimiento sincero de sus protagonistas.


Ficcción histórica, histórica ficción

Al encontrarse ante una novela de las características de "Shogún", surge tan inevitable como lógica la pregunta: ¿hasta qué punto lo que en ella se relata responde a la realidad, hunde sus raíces en personajes y acontecimientos históricos del pasado, y hasta que punto tal vertiente histórica se limita al uso de costumbres y el reflejo de formas de vida de una época?

Como suele suceder en las demás novelas de Clavell, tanto el escenario como muchos de los personajes que pueblan estas páginas se basan en acontecimientos reales; aunque yo más bien diría que se "inspiran en", pues son varias las licencias creativas que se toma el autor en su particular reconstrucción de los hechos, del mismo modo que ninguno de los nombres que él concede a sus personajes se corresponden con los de las verdaderas figuras inspiradoras de los mismos. Así, por ejemplo, Toranaga es el nombre ficticio elegido para la ocasión para Tokugawa Ieyasu (31 de enero de 1543 – 1 de junio de 1616), fundador y primer shōgun del shogunato Tokugawa de Japón, quienes gobernaron desde la batalla de Sekigahara, en 1600, (año en el que se sitúa la acción de esta novela) hasta la Restauración Meiji en 1868. Ieyasu gobernó desde 1600 (oficialmente 1603) hasta su renuncia en 1605.

Por su parte, el capitán Blackthorne, alias Anjín-san, sería el trasunto literario del navegante inglés William Adams (efectivamente conocido con tal nombre japonés), considerado por muchos como el primer británico en viajar a Japón. Poco después de su llegada a este país, se convirtió en un importante asesor del shōgun Tokugawa Ieyasu y construyó para él un barco a vela de estilo occidental que fue el primero de ese tipo hecho en Japón. Adams fue más tarde la figura clave en el establecimiento en Japón de oficinas comerciales de Holanda e Inglaterra, así como parte muy importante en el llamado comercio con "barcos del sello rojo" (o shuinsen) a lo largo de Asia, fletando y capitaneando varios barcos a vela por el sudeste del continente con fines comerciales. Murió en Japón a la edad de 55 años y actualmente se le considera como uno de los extranjeros más influyentes en Japón durante el primer período de apertura a Occidente.

De igual modo, Ishido sería el reflejo en la ficción de Ishida Mitsunari; el Taiko Nakamura, de Toyotomi Hideyoshi o Mariko de Hosokawa Gracia... y así con la casi totalidad de los protagonistas de esta historia, en la que incluso es probable que el nombre del barco de los bárbaros, el Erasmus, haya sido acuñado por el nombre inicial del barco Die Liefde, el barco holandés capitaneado por William Adams, que llegó a las costas de Japón en el año 1600. El verdadero Erasmus fue renombrado para encajar con los nombres de los otros cuatro barcos de la expedición que partió desde Holanda en 1598.

Por otra parte, y a pesar de su fidelidad en el retrato de costumbres de una época, lo cierto es que el libro contiene varios anacronismos. Como ejemplo, el grito de ataque banzai se empezó a usar después del periodo feudal, en el Ejército Imperial Japonés, y como referencia al emperador de Japón. Además, al principio del libro se dice que un personaje practica judo, cuando este deporte empezó a surgir como tal después de la era feudal. Otro anacronismo importante es el hecho de que en las guerras de Japón se utilizaban los mosquetes en fila desde la batalla de Nagashino de 1575, por lo que en ningún caso podrían haber sido su uso introducido por Blackthorne.

Por otra parte, y a diferencia de lo que se insinúa al final de la novela, Tokugawa Ieyasu no ordenó la expulsión de los comerciantes europeos, sino que limitó el comercio entre éstos y Nagasaki. La expulsión de los misioneros cristianos fue ordenada por Hideyoshi, que no fue Shogun.

Para los que como yo se hayan quedado un tanto disconformes con el final de la historia, en las siguientes novelas de Clavell se revela que Toranaga finalmente asedia el castillo de Ochiba y Yaemon, el Heredero, y les obliga a cometer suicidio, hecho que corresponde con la realidad.

Más inexactitudes históricas:

- En el libro también se menciona que el cartógrafo Gerardo Mercator es holandés, cuando en realidad era flamenco, aunque en la época de las exploraciones esta distinción no era ni muy clara ni muy conocida.

- En la novela, Vinck se vuelve loco y muere cuando se da cuenta de que, al igual que Blackthorne, está atrapado en Japón para siempre. La verdad es que Van Lodensteijn, el verdadero Vinck, sí que se adaptó a la vida en Japón y murió ahogado en 1623.

- También se dice en la novela que el capitán del barco Erasmus muere al poco tiempo de llegar a Japón; de hecho Jacob Quaeckernaeck sobrevivió. En la obra de Clavell a ninguno de los tripulantes se les permite salir de Japón, pero a Quaeckernaeck y Melchior van Santvoort se les permitió dejar Japón en 1604 .

- El barco de Blackthorne es pasto de las llamas en "Shogún", del mismo modo que el siguiente que construya también será incendiado; en realidad, Der Liefe no fue incendiado, sino que se pudrió en 1607. Adams sí que construyó dos barcos para Tokugawa -como el buque de guerra japonés San Buena Ventura- que se utilizaron para llevar a casa náufragos españoles desde Japón.


Lecciones de cultura japonesa

En su mayor parte, lo que Clavell nos enseña sobre el Japón feudal no son sino pequeñas pinceladas de conocimiento que se nos ofrecen en la misma medida que se le ofrecen al propio Anjín-San y que resultan especialmente reveladoras de una forma de concebir el mundo y la vida totalmente opuesta a la propia de la así llamada civilización occidental; siendo tal diferencia especialmente relevante en una época como la retratada en la novela, en la que la velocidad y facilidad de las comunicaciones poco tenía que ver con las características de nuestro tiempo. Y, así, donde tales diferencias aún son apreciables tantos siglos después, a pesar del efecto unificador del fenomeno de globalización, ¡qué no decir de tal época pasada y sus circunstancias!

Desde la forma de organizar el tiempo (las horas del día, los meses del año...), hasta la propia estructura de gobierno, pasando por términos inexistentes en su cultura o con significación completamente diferente a la occidental, como el de usura (que para ellos sólo existía cuando el tipo de interés era superior al 100%, siendo lo habitual que éste se encontrase por encima del 50% y en torno a un 70%), lo cierto es que esta novela es una buena aproximación a una época apasionante, en la que conceptos como el honor o el karma tienen una relevancia que va mucho más allá de lo puramente etimológico.

* No faltan en esta novela buenos ejemplos de lo que es el Bushido: un código ético estricto y particular al que muchos samurái entregaban sus vidas, que exigía lealtad y honor hasta la muerte. Si un samurái fallaba en mantener su honor, podía recobrarlo practicando el seppuku (suicidio ritual). Se dice que desde pequeño, el bushidō era inculcado a los japoneses de la clase dirigente incluso antes de despegarse del pecho de la madre.

Ha llegado a ser conocido como el código Samurai, pero es más que eso. El nombre dado no es "el código" o "la ley" del guerrero, sino mejor, "el Camino." No es simplemente una lista de reglas a las cuales un guerrero se debe apegar a cambio de su título, sino un conjunto de principios que preparan a un hombre o a una mujer para pelear sin perder su humanidad, y para dirigir y comandar sin perder el contacto con los valores básicos. Es una descripción de una forma de vida, y una prescripción para hacer un guerrero-hombre noble.

En el corazón del bushido está la aceptación del Samurai a la muerte. Una vez él guerrero está preparado para el hecho de morir, vive su vida sin la preocupación de morir, y escoge sus acciones basado en un principio, no en el miedo. "Si preparando correctamente el corazón cada mañana y noche, uno es capaz de vivir como si su cuerpo ya estuviera muerto, gana libertad en El Camino. Su vida entera estará sin culpa, y tendrá éxito en su llamado."

* Otro aspecto cultural importante que se nos revela en la novela es el papel de las mujeres en la sociedad nipona, que en muchos aspectos no viene sino a poner de manifiesto las diferencias entre el mundo occidental y oriental, pues por más que los habitantes del primero se considerasen más avanzados o civilizados en muchos aspectos, lo cierto es que estos últimos llevaban ventaja en algunas cosas.

Así, y tal como le cuenta la propio Mariko a Anjín-san: "...por lo que me han contado, la mujer tiene aquí mucha más libertad que en Portugal o en España. Podemos ir libremente a donde nos plazca y cuando nos plazca. Si queremos, podemos divorciarnos de nuestros maridos. En primer lugar, podemos negarnos a casarnos. Somos dueñas de nuestro caudal y de nuestros bienes, de nuestro cuerpo y de nuestra alma. Si lo deseamos, podemos tener un poder enorme. (...) Aquí la esposa cuida de todo. El dinero no significa nada para un samurái. Yo administro los negocios de mi marido. Él toma las decisiones. Yo cumplo sus deseos y pago las facturas. Esto le deja libertad para dedicarse únicamente a cumplir su deber con su señor."

Claro que el problema está, precisamente, en lo que el señor pueda decidir ordenar, pues en tal caso la mujer samurái goza de muy pocas prerrogativas: si éste le ordena casarse con alguien, se casará; si le ordena divorciarse, algo que también pueden ordenar los padres a sus hijos, tendrá que hacerlo; y, sobre todo, si le ordena quitarse la vida, no hay más que discutir.

* Finalmente, y para terminar esta sección, qué mejor que incluir un pequeño diccionario de términos que, sin duda, todos hemos oído alguna vez, pero cuyo significado puede que no tengamos tan claro, y que ciertamente son fundamentales para entender la estructura organizativa de la sociedad feudal nipona en la que transcurre la acción de este "Shogún".

- DAIMÍO (o daimyō) era el soberano feudal más poderoso desde el S.X hasta el S. XIX dentro de la historia de Japón. El término es utilizado en ocasiones para referirse a las figuras de liderazgo de los clanes y los de más alto rango eran considerados nobles.

- TAIKO es el título que se le da al máximo regente japonés cuando procede de una familia humilde y, por tanto, no puede ser nombrado shōgun. En un sentido más estricto, taikō puede referirse a Hideyoshi Toyotomi, siendo este un uso más común del término tanto en la Historia como en la propia novela. De hecho, fue este taiko el que introdujo grandes cambios en la sociedad japonesa como el sistema de castas o clases sociales, según el cual los campesinos ya no podían ser samuráis como en épocas anteriores y, por lo mismo, tampoco podían poseer armas, aunque sí poseían todas las tierras, si bien su producto era propiedad de los samuráis.

- SHOGÚN (o Shōgun) era el rango supremo que podía alcanzar un mortal en el Japón. Significaba "Dictador Militar Supremo" y sólo un daimío podía ser shogún en un momento dado, y sólo su Alteza Imperial el Emperador reinante, el Hijo Divino del Cielo, que vivía recluido con la familia imperial en Kioto, podía otorgar aquel título. Así pues, el shogún gobernaba en nombre del Emperador. Durante los primeros contactos con occidente e incluso en algunos países asiáticos como China, el shōgun era considerado como "rey de Japón", ignorando que existían dos estructuras de autoridad. Actualmente algunos escritores e historiadores han comparado al shōgun con apelativos como "dictador militar" o "generalísimo" con la finalidad de explicar sus funciones a un público no familiarizado con la historia del país.

- RONÍN (o rōnin ), literalmente "hombre ola" (un hombre errante como una ola en el mar) era un samurái sin amo en el Japón feudal, en el período comprendido entre 1185 y 1868. Un samurái podía no tener amo debido a la ruina o la caída de éste, o a que había perdido su favor. La manera más sencilla que había para que un samurái acabara siendo ronin era a través del nacimiento: el hijo o hija de un rōnin también era rōnin, siempre que no renunciara a su estatus. A menudo el rōnin por nacimiento soñaba con demostrar su valía para poder jurar lealtad con un clan, convirtiéndose así en un verdadero y auténtico samurái. Aunque esto ocurriera de vez en cuando, era algo infrecuente, reservado a los más talentosos, pues pocos daimyō estaban dispuestos a sentar un precedente permitiendo que un rōnin entrara en su clan. Más a menudo los rōnin eran enviados en ciertas misiones con la promesa de la admisión, para luego negársela basándose en algún tecnicismo.


Otras aproximaciones literarias al Japón feudal

Probablemente me repito, pero considero que el Japón feudal es una de las épocas históricamente más interesantes y una de las que más atractivos ofrece desde el punto de vista literario, tanto por el casi tópico de las diferencias culturales y el consecuente choque de civilizaciones, como por las posibilidades narrativas que tal sociedad ofrece en concreto para géneros como la novela de aventuras, dadas las ya mencionadas particularidades de su organización en castas, la personalidad y comportamiento de esos míticos guerreros, los samuráis, y el refinamiento cultural del pueblo nipón.

Bien cierto es que eso mismo podría decirse de casi cualquier otro pueblo ancestral (egipcios, celtas, hasta romanos), pues no se me escapa que muy a menudo aquello que precisamente encontramos más fascinante es lo lejano o lo desconocido; y, en este caso, el escenario elegido reúne ambas condiciones, tanto por su lejanía geográfica y cultural como por la temporal. En cualquier caso, creo que hay muchas novelas interesantes que toman como punto de partida esta época, y precisamente de eso se trata en esta ocasión: de ofrecer algunos botones de ejemplo para posibles amantes del subgénero.

* Sin duda una de mis primeras aproximaciones literarias a esta temática, allá por los tiempos de mi infancia más que de mi adolescencia, siempre permancerán en mi recuerdo las aventuras de los ronín Zenta y Matsuzo, de Linsey Namioka, concretamente en "El Valle de los Cerezos Rotos" y " En el Pueblo del Gato Vampiro", si bien estos no son sino dos de los al menos seis títulos que componen la serie. Historias de dos jóvenes samuráis en busca de trabajo en el Japón feudal del siglo XVI, con la consiguiente ración de aventuras y luchas en defensa de su honor, en una aproximación a la época muy amena y apta para todos los públicos. Misioneros portugueses y su curiosa religión, fantasmas y antiguas leyendas, intrigas cortesanas y asesinatos, bandidos y psicópatas, hasta inesperados encuentros con el pueblo esquimal, a todo eso y mucho más se enfrentarán los carismáticos protagonistas de estas novelas de las que, desgraciadamente, no creo que podamos disfrutar en su totalidad en castellano.

* Otra aproximación al subgénero destinada en principio al público juvenil es la saga "Leyendas de los Otori" de Lian Hearn, si bien es cierto que las novelas se ambientan en realidad un mundo ficticio claramente basado en el Japón feudal. En un principio la serie constaba de tres libro: "El Suelo el Ruiseñor" (2002), "La Hierba en la Almohada" (2003) y "El Brillo de la Luna" (2004). Pero en 2006 se publicó una secuela, "El Lamento de la Garza" y en 2008 una precuela, "La Red del Cielo es Amplia".

Los libros narran las aventuras de un joven guerrero llamado Takeo en su afán de vengar a su padre adoptivo, su huida del legado de su padre biológico, y la persecución del amor de su vida en medio del asfixiante poder de una docena de señores de clanes y cientos de guerreros samurái. Los Otori es un clan ficticio de esta serie de novelas, emparentado con el mismísimo emperador que gobierna el País Medio. Tras la sangrienta Batalla de Yahegara, en la que fueron traicionados por el Clan Noguchi, aliados suyos, los Otori perdieron el sur del País Medio en favor del Clan Tohan. Otori Shigeru es el heredero del clan, pero tras la muerte de su padre en Yehegara, sus tíos le usurparon su cargo. A pesar de todo, Takeo, sobrino e hijo adoptivo de Shigeru, logra imponerse y elimina a los usurpadores. Tras derrotar a los Arai, se convierte en el Señor de los Tres Países, y logra convertirlos en una tierra próspera.

Aunque sólo me he leido la primera parte de la serie, tengo que decir que se trata de un libro de aventuras bastante ameno y, de hecho, no descarto que el resto vayan cayendo con el tiempo. Ciertamente, se trata de una saga que goza de bastante éxito entre el público juvenil, a tal punto que se ha hablado más de una vez de llevarla a la gran pantalla y, según se rumorea, el proyecto se encontraría en la fase de escritura del guión.

* Una buena historia ambientada en las postrimerías de la época feudal es la que nos ofrece "El Puente de Otoño", de Takashi Matsuoka: otro caso más de choque de culturas, con la peculiaridad de que en este caso la bárbara es una mujer. Emily, residente en Japón desde su llegada a Edo en 1861, entabla amistad con el heredero del clan de Okumichi, Genji, un joven que, aunque interesado por el mundo occidental que se abre ante él, sigue considerando que su principal deber es la defensa del honor familiar. Emily, intrigada por la historia de los ancestros de Genji, se volcará en la interpretación de los manuscritos legados. Una profecía oculta durante siglos comenzará a tomar forma...

De hecho, uno de los elementos que destaca en esta novela, etiquetada a menudo como perteneciente al género histórico, es la preeminencia del elemento fantástico, a través de las mencionadas profecías, así como un estilo narrativo en el que abundan los flasbacks. En definitiva, una historia recomendable especialmente para los amantes del género histórico de aventuras, sin que falte el toque de misterio. Segunda parte de "El Honor del Samurái", aunque de lectura independiente si así se desea (por cierto que yo no recuerdo haberme leído la primera parte), y que cuenta con los mismos personajes que aquella.

* Aunque, ciertamente, y hablando de este subgénero que constituyen en sí mismas las aventuras de samuráis, no se pueden pasar por alto títulos tan significativos dentro del mundo del cómic manga como el popular "Rurouni Kenshin" de Nobuhiro Watsuki, ambientado en los primeros años de la era Meiji del Imperio de Japón (era que se inicia en 1868, para más señas), afectando también al argumento acontecimientos sucedidos en el tiempo Bakumatsu de la Dinastía Tokugawa (inmediatamente anterior a la mencionada era Meiji). Himura Kenshin, el personaje principal que da nombre a la serie, está basado en el personaje histórico de Kawakami Gensai (uno de Los cuatro Hitokiri del Bakumatsu, guerreros de élite, considerados invencibles por la gente común, que se opusieron al Shogunato Tokugawa y posteriormente apoyaron al Emperador Meiji), así como en otros personajes históricos como el rōnin Musashi Miyamoto, autor del reconocido tratado sobre artes marciales titulado "El Libro de los Cinco Anillos" (Go-rin no sho).

La historia sigue las aventuras de un grupo de personajes que giran en torno al Dojo Kamija, propiedad de la joven profesora de kendo Kaoru (17 años). Encabezando a este grupo de personajes está Kenshin, un melancólico samurai vagabundo que intenta dejar atrás su carrera como asesino en la que se labró una terrible reputación y al que Kaoru da cobijo en su casa, si bien progresivamente el círculo de personajes que giran alrededor del dojo se irá ampliando, empezando con Yahiko (10 años), un chaval que Kaoru toma como aprendiz en su dojo, y Sanosuke (19 años), un espigado y algo rudo ex-matón que porta una gigantesca espada. Todos ellos tiene un denominador común: son gente sin familia ni hogar.

Este creciente grupo de personajes (a los que se irán añadiendo todavía algunos más según avance la historia) iran trabando lazos de amistad y protagonizarán una serie de aventuras en las que predominan las escenas de acción espada en ristre, con enfrentamientos entre Kenshin y sus amigos contra diferentes adversarios. Esto se condimenta con frecuentes toques humorísticos, algún interés romántico e incluso momentos predominantemente dramáticos, como aquellos en los que conocemos el pasado de Kenshin al que éste siempre prefiere no hacer alusión.

* Otro manga de similares características especialmente popular de un tiempo a esta parte es "Hanzo, el Camino del Asesino", de Kazuo Koike (guión) y Goseki Kojima (dibujo). La historia se desarrolla en este caso en el periodo Sengoku (1467 a 1615), en el cual el país estaba dividido en pequeños territorios gobernados por señores feudales. Hattori Hanzô Masanari, un suppa (nombre por el que se conocía a los ninja) de los Iga que sirven al clan Matsudaira es enviado a servir en la sombra a su señor, Matsudaira Jirô Saburô Motonobu que está retenido por el clan Imagawa. Tras un comienzo poco afortunado Hanzô se convierte en el ninja de Motonobu que más tarde seria conocido como Tokugawa Ieyasu (el Toranaga de Clavell en "Shogún"), uno de los personajes históricos más importantes de la época y uno de los artífices de la reunificación de Japón.

Cuando se conocen Motonobu tiene 16 años mientras que Hanzô tiene 15 años, de este modo el manga explica la historia del crecimiento personal de estos dos hombres y la amistad que va creciendo entre ambos a pesar de ser señor y sirviente. Este manga utiliza personajes y hechos históricos para dar forma a una historia llena de intrigas políticas y luchas por el poder y la supervivencia, en la que no faltan escenas explícitas de sexo y violencia al servicio de una historia absorvente.


Estampas niponas

* El significado de la palabra honor (págs. 202-3).

* Lecciones de baile (pág. 300).

* Un costoso peaje (págs. 956 y ss.).


Filosofía oriental

* "No olvides nunca que los japoneses tienen seis caras y tres corazones. Según un dicho popular, el hombre tiene un corazón falso en la boca para que todos lo vean, otro en el pecho para mostrarlo a sus amigos y a sus familiares y el otro, el verdadero, el secreto, que nadie lo conoce, salvo él, y que está oculto Dios sabe dónde." (Pág. 179).

* "Ya tenemos bastantes dioses propios en esta Tierra de los Dioses para no tener la arrogancia de adorar a uno sólo." (Pág. 209).

* "No tiene el tiempo una sola medida, sino que puede ser como la escarcha o como el relámpago, como una lágrima, un asedio, una tormenta o una puesta de sol, o incluso como una roca." (Pág. 338).


Otras obras del autor

James Clavell es uno de esos escritores de vida intensa e interesante biografía cuyas novelas se inspiran en gran medida en sus propias experiencias. Sin duda bien conocido como autor de la novela que hoy nos ocupa, lo cierto es que sus incursiones en el mundo artístico van más allá de lo puramente literario, pues Clavell fue también destacado guionista e incluso director de sus propias historias, en las que tampoco faltan frecuentes alusiones a los que pueden considerarse sus dos grandes temas, sino ya obsesiones: la guerra y Japón y su cultura.

Nacido en Sydney (Australia), aunque algunas fuentes dicen que nació en el Reino Unido y fue llevado a Australia a temprana edad, fue bautizado como Charles Edmund DuMaresq de Clavelle y era hijo de un oficial de la Marina Real, por lo que fue educado en diferentes lugares del mundo.

En 1940, a la edad de 16 años, se unió a la Artillería Real Británica y fue enviado a Malasia para pelear contra los japoneses, donde fue herido por una ametralladora, capturado y enviado a un campo de prisioneros japonés en la Isla de Java, para más tarde ser transferido a la prisión de Changi, cerca de Singapur.

Como la mayoría de prisioneros de guerra, sufrió los malos tratos de sus captores japoneses, aunque la mayoría de los guardias eran coreanos. Sus experiencias en estos campos fueron la base de su primera novela, "El Rey de las Ratas", una dura historia ambientada en un campo de prisioneros de guerra japonés en 1945, publicada en 1962 y que fue llevada a la gran pantalla en 1965 con George Segal como protagonista. Sin embargo, y por contra, todas estas malas experiencias no interfirieron para que escribiera sobre la cultura japonesa en su novela "Shogún", en la que, como ya hemos dicho, profundiza en muchas de las costumbres propias de su más gloriosa época, la feudal.

En 1946 Clavell logró el rango de Capitán, pero un accidente en motocicleta terminó con su carrera militar, por lo que ingresó en la Universidad de Birmingham y allí conoció a April Stride, una actriz, con la que se casó en 1951. Por ella fue que se introdujo en la industria del cine y desarrolló su interés por la direccón. Se mudó con su familia a Nueva York en 1953, donde trabajó en televisión y después en Hollywood.

Eventualmente se fue ganando fama como guionista en películas como "La Mosca" y "Watusi". Fue co-escritor del clásico "La Gran Evasión", con lo que ganó gran reputación en Hollywood. Para 1959 producía y dirigía sus películas, entre las que podemos destacar, acaso por más conocidas, "Rebelión en las Aulas" con Sidney Poitier, o "El Último Valle", ambientada durante la 'Guerra de los Treinta Años' e influenciada por "Los Siete Samuráis" de Akira Kurosawa, con Michael Caine y Omar Sharif como protagonistas.

Claro que lo suyo aquí es hablar de su faceta como escritor, ¿no? Autor de una decena de libros, incluyendo una traducción del famoso "El Arte de la Guerra" de Sun Tzu, se segunda y cuarta novelas ("Shogún" fue la tercera) han sido también objeto de adaptación cinematográfica, y están ambientadas igualmente en el Hong Kong histórico: "Tai-Pan" en 1841, justo después del final de la primera 'guerra del Opio', y en la que se repite en cierta forma el esquema de la novela protagonista del día, con un europeo convirtiéndose en todo un jefe supremo de un imperio de opio y barcos, un auténtico tai-pan; y "La Casa Noble" en 1963, una magna obra tanto por sus más de 1.000 páginas como por la cantidad de tramas argumentales que en ella se entremezclan, y en la que no faltan comunistas chinos, nacionalistas taiwaneses y hasta espías soviéticos.

De hecho, la mayor parte de la obra novelística de James Clavell configura la que se conoce como 'The Asian Saga', compuesta por seis títulos y que se caracteriza, precisamente, porque todas las novelas que la integran se centran en las peripecias de europeos en Asia, explorando el impacto tanto en Oriente como en Occidente provocado por el encuentro, cuando no choque, de dos culturas y civilizaciones tan distintas como distintivas. Por cierto que, como nota a destacar, el que es último libro cronológicamente de la saga, "Torbellino", se caracteriza por situar la historia en Irán, y no en Japón como el resto.

¡Ah! Y en cuanto a la propia adaptación para la pequeña pantalla de la novela objeto de nuestro interés en el día de hoy, la miniserie "Shogún", protagonizada por Richard Chamberlain y Toshirō Mifune, decir que ésta fue todo un éxito y tuvo altas audiencias. Fue galardoneada con Peabody Award-1981, tres premios Emmy por diseño de vestuario, producción y diseño de títulos; y en ese mismo año con Golden Globe por las magistrales actuaciones de Richard Chamberlain y de la japonesa Yôko Shimada en el papel de Mariko.


Te gustará si te gusta... La verdad es que por un segundo he estado tentada de decir "El Último Samurai", la película protagonizada por Tom Cruise, pero tal vez eso sería aventurarse demasiado, especialmente teniendo en cuenta que yo aún no la he visto, por más que el encuentro entre Occidente y Oriente y la adaptación del occidental a las formas de vida de los nipones sean elementos en común.

Así pues, y aunque a alguno le pueda parecer extraño, creo que elijo como punto de referencia y paralelismo "Bailando Con Lobos", ya sea la novela de aventuras de Michael Blake (que en realidad es lo suyo) o la adaptación cinematográfica de Kevin Costner, que yo no digo que no sea una buena película pero a mí me resulta un tanto aburrida... igual que me ha sucedido por momentos con este "Shogún" de James Clavell, y acaso por eso mismo la comparación. Aunque, a poco que uno lo piense, ciertamente tan descabellada no es ésta, pues ambas son historias de adaptación y supervivencia, en las que el anglosajón se ve obligado a adaptarse a la forma de vida de los supuestos salvajes, por motivos que en el fondo se parecen más que un poquito, y conviertiendo obligación en devoción.

Es posible que uno sienta también cierta afinidad por la novela de Clavell, especialmente en su vertiente más bélica y política, si ha disfrutado del ciclo de novelas de la Roma Antigua de Colleen McCullough: siete títulos que constituyen una de las mejores reconstrucciones históricas de todos los tiempos, y no sólo de la época romana sino de la Historia, así con mayúscula, en su conjunto. La perfecta combinación de aventura y erudición, tan didácticas como amenas, si bien por su profusión de detalles, especialmente en lo relacionado con la estrategia militar de la mano de grandes generales como Pompeyo, Sila o César, pueden llegar a resultar un poquito densas en ocasiones, especialmente si uno no se toma un respiro de vez en cuando para evitar la saturación. En todo caso, y como solemos decir por aquí, altamente recomendables, e imprescindibles para amantes del género histórico.

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Proximamente: "Sombras y Luces" de Jonathan Rabb.

8 comentarios:

  1. Pues gracias... aunque yo diría que bastante larguito y puede que un tanto denso. Yo creo que la gente no los lee enteros (de algunos me consta)... ¡y no me extraña! :D

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  2. Pues sí, muy bueno. Yo este sí me lo he leído entero. Y te diré que debo haber visto "El último samurai" unas siete u ocho veces. Será tramposa, idealizadora de los samurais (que no eran precisamente unos "buenos salvajes" nobles, sacrificados, etc. … pero cada vez que la dan por algún sitio no me la pierdo. Una duda: cuando compraba aquéllas revistas de artes marciales recuerdo que hablaba del judo como fundado por un Jigoro Kano, en el siglo XIX, cuando dices que el judo empezó a surgir como deporte después de la era feudal ¿te refieres a esta época, a la segunda mitad del XIX? Gracias y un saludo

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  3. ¡Muchas gracias, Juan Carlos!

    Y qué memoria la tuya, que yo esas cosas siempre las consulto con la Wikipedia... pero sí, Jigoro Kano en 1882; efectivamente, a eso me refería, que el período feudal en Japón fue tan largo que duró hasta mediados del XIX. (Algo que yo no sabía antes de leer esta novela, nunca me había parado a pensarlo, pero ya no se me olvida... lectura es cultura).

    Gracias también por leerte el post entero :D... y que no se me vaya a ofender nadie por el comentario, que estaba pensando en alguien en concreto, pero la simple visita se agradece.

    Un saludo.

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  4. Atención, comentario sin spoilers -creo-

    Me gustan el libro y la entrada, especialmente acertados los apuntes históricos y las curiosidades que desconocía, respecto a la novela es cierto que en algunos momentos puede resultar un poco pesada su lectura, pero a mi me encantó, más allá de lo romántico lo político y lo bélico se levanta la figura de la región y su cultura como principal protagonista, no te falta razón; en tu baremo le pondría un buen 4 con el plus facilón y sentimentaloide de recordarme aquellos días en que descubriamos en casa la TV en color y hacía pucheros cuando salia la intro de Shogun al acabar la sesión infantil, de hecho y en un auto homenaje a mi mismo al poco tiempo de acabar el libro hará un par de años me regalé el digipack que ni he estrenado, creo que los audios son de una calidad justita, algún día lo afrontaré...

    También tengo por aqui pendiente El Samurái de Shusaku Endo, pero con Shogun quedé bien saciado de Japón para una larga temporada.

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  5. No hay spoilers esta vez, no... aunque todos caemos de vez en cuando. :)

    Gracias por el elogio y el comentario. La verdad es que tengo la impresión de que mi puntuación es quizá un tanto rácana, especialmente viendo lo que otros dicen por ahí de la novela, así que siempre es buena cosa recabar segundas opiniones.

    De la serie yo casi no tengo ni recuerdo, más allá de saber de su existencia... se ve que me pilló un tanto jovencita. En cualquier caso, ¡qué vivan los autoregalos!

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  6. En primer lugar, tengo que reconocer que soy un admirador de la cultura japonesa, idioma incluido, en cuyo estudio invertí tiempo hace algunos años. Luego, incapaz de pasar del primer curso en la escuela de idiomas, lo dejé para mejor ocasión. Ello no significa en modo alguno que mi interés por dicha cultura haya disminuido. Simplemente me limité a dejar el idioma algo aparcado. En cuanto a la obra, es de mis preferidas. La novela histórica es una de mis pasiones, y la época en la que discurre la acción en «Shogun» es sumamente interesante: las luchas de poder entre «daimios», la crueldad aparente y real, el odio al extranjero, la presencia jesuita en las islas y la inmersión cultural sufrida por el protagonista dotan de un interés especial a la obra. Con una redacción precisa y no exenta de descripciones necesarias, el autor nos lleva de la mano en una aventura en tierra extraña, la denominada «Yamato» por los antiguos, el Japón de primeros del siglo XVII. La relación del capitán holandés con la chica traductora japonesa sirve de hilo conductor para sumergirnos en una cultura fascinante. No falta por supuesto la historia de amor y la guerra en un país que aún continúa en época feudal. Para los amantes de la cultura japonesa, recomiendo «El crisantemo y la espada», de R. Benedict. En resumen, la obra para mí, imprescindible. Salu2.

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