martes, 11 de enero de 2011

2011-4. "La Historia de Edgar Sawtelle", de David Wroblewski.

El mejor amigo del hombre (*)...

Título: “La Historia de Edgar Sawtelle”.

Título original: "The Story of Edgar Sawtelle”.

Autor: David Wroblewski.

Editorial: Planeta Internacional.

Año: 2008 (2010, de la edición en español).

Páginas: 576.

Género: Narrativa contemporánea internacional (una infancia en los Estados Unidos de principios de los 70).


Frase promocional: "Me encantó La Historia de Edgar Sawtelle. Yo no releo muchos libros porque la vida es demasiado corta. Pero éste lo voy a volver a leer". Stephen King.


Sinopsis: "Muy pronto comprendieron que nadie entendía un caso como el de Edgar. Niños como él sólo aparecían en los libros de medicina, e incluso esos casos eran diferentes en un sinfín de detalles del de ese niño, que movía los labios cuando quería mamar y agitaba las manos en el aire cuando le cambiaban los pañales, que olía vagamente a harina fresca y tenía el sabor del mar, que se dormía en los brazos de sus padres y después, al despertarse, comparaba con asombro sus caras con el éter de algún mundo distante. Un niño silencioso en la alegría y silencioso en la aflicción".


Edgar Sawtelle es un niño mudo que desde muy pequeño se comunica solo en lengua de signos. Lleva una vida apacible y feliz junto a sus padres y su perra Almondine, su inseparable amiga y aliada, en su granja en Wisconsin.

Desde generaciones, los Sawtelle han criado y entrenado una raza ficticia de perros, conocidos como perros Sawtelle, con unos valores y características que los hacen unos animales nobles y inteligentes, los mejor amigos que un hombre pueda desear.

Pero el inesperado retorno de Claude, el hermano del padre de Edgar, a la granja después de muchos años, romperá la tranquila y feliz vida de esta familia y cambiará su destino, de forma irreversible, para siempre.


Puntuación: 4,5/5.

¿Por dónde empezar a hablar de este libro? No es fácil... Básicamente, porque una tiene la sensación de que no hay mejor forma de acercarse a esta historia que desde el desconocimiento relativo de lo que nos vamos a encontrar. De hecho, para el que después de leer esto pueda sentirse interesado por la lectura de la historia de Edgar, vaya por delante una recomendación: tratad de evitar las reseñas que puedan revelar más de lo deseado antes de tiempo, privandoos así del gran placer que es ir descubriendo el inesperado transcurrir de la vida de nuestro protagonista.

Y es que, en efecto, es precisamente esa cualidad de impredicibilidad lo que convierte a esta novela en algo especial. Hay muchas sensaciones (buenas, cómo no) que uno reconocera a medida que vaya pasando páginas, pero no se puede negar en modo alguno la capacidad del autor para sorprender, con giros que encajan con suave perfección en el desarrollo de la trama pero que, al mismo tiempo, son capaces de conmocionar al lector desprevenido de la mejor de las maneras posible.

Todo un fenómeno literario en los Estados Unidos, lo que se dice un auténtico best-seller, lo cierto es que cayó en mis manos sin que hubiese oído hablar de él en absoluto. ¿Tal vez una campaña de marketing que no funcionó, o acaso ni siquiera eso? Sin embargo, me parece que estamos ante un caso en el que el boca-oreja puede funcionar perfectamente. Y es que en estas páginas, uno se encuentra una historia de luz y oscuridad, porque la una no puede existir sin la otra; pero, por encima de todo, una historia sobre la naturaleza humana.

Con semejante título, tal vez resulte lógico imaginar que nos encontramos ante una de esas novelas que narran la biografía de algún personaje más o menos interesante, desde su infancia, pasando por su adolescencia hasta su madurez y decadencia, incluyendo, por supuesto, sus experiencias vitales entre las que no pueden faltar las románticas... Nada más lejos de la realidad: básicamente, "La Historia de Edgar Sawtelle" se centra en la infancia del personaje central y, más concretamente, en lo que acontece durante su decimocuarto año de vida. Una serie de experiencias que en muchos casos pueden definirse de traumáticas y que adoptan un cariz especial al vivirse a través de los ojos de un personaje fascinante que, privado de la facultad del habla, nos enseña a ver el mundo de una forma diferente.

Con un estilo elegante y de extraordinaria belleza, David Wroblewski se revela en esta su primera novela como un gran narrador y contador de historias, capaz de sorprender y emocionar a partes iguales. Una lectura adictiva que rara vez decae en su ritmo pero que, en cualquier caso, consigue que uno se quede pegado página tras página a la espera de la resolución de una historia que perfectamente se puede calificar de apoteósica.


Almondine (y Hachiko): Ambientada en un criadero de perros familiar en Wisconsin, esta claro que por estas páginas desfilan muchos de estos fieles animales: perros del pasado y del presente, cachorros o adultos, vagabundos o bien amaestrados y hasta de lugares lejanos. Pero ninguno como Almondine, la niñera y amiga inseparable de Edgar, siendo los pocos capítulos desde su punto de vista algunos de los momentos más mágicos y hermosos de esta historia. La relación entre el niño que sólo puede usar sus manos para comunicarse y la perra de mirada inteligente y percepción extraordinaria es ciertamente una de las piezas clave de esta historia, hasta el punto de que uno puede llegar a apreciar fácilmente a Almondine como personaje por encima de la casi totalidad del resto.

Si bien los perros Sawtelle son un raza ficticia, algunas de las obras de referencia que aparecen en la novela son verídicas, al igual que sucede con la historia de Hachiko, tan conocida que ya ha sido llevada a la gran pantalla tanto en su país de origen (Japón) como, de forma más reciente, por la gran industria hollywoodiense en una versión con Richard Gere ("Siempre a tu lado. Hachiko").

En 1924, Eisaburo Ueno, un profesor del departamento de agricultura en la Universidad de Tokio adoptó a Hachikō como su mascota. Desde entonces, cada día Hachikō lo esperaba en la puerta delantera de la estación de Shibuya para saludar a su amo al final de cada día. Esta rutina continuó sin interrupciones hasta el mes de mayo de 1925, cuando el profesor Ueno ya no regresó, como de costumbre, en tren, pues previamente había sufrido una hemorragia cerebral mientras impartía clases, y murió. Debido a esto, jamás regresó a la estación de tren, donde su leal mascota lo esperaba. Hachikō demostró su lealtad a Ueno y cada día, por los siguientes nueve años de su vida, esperó en el acostumbrado sitio donde se sentaba, justo enfrente de la estación.

La devoción que Hachikō sentía hacia su amo fallecido conmovió a los que lo rodeaban, quienes lo apodaron el perro fiel. En abril de 1934, una estatua de bronce fue erigida en su honor en la estación de Shibuya, y el propio Hachikō estuvo presente el día que se presentó la estatua.


Citas (por no perder la costumbre):

* "Cada vez que parecía casi posible volver a llevar una vida normal, cada vez que el mundo parecía albergar cierta medida de orden, sentido e incluso belleza (la prismática salpicadura de la luz a través de un carámbano o la quietud de un amanecer), entonces surgía alguna nimiedad que quebraba el encanto, y entonces el velo de optimismo se desgarraba, dejando al descubierto un mundo inhóspito. De alguna manera, aprendieron a esperar que esas épocas pasaran solas, porque no tenían cura, ni respuesta, ni reparación posible". (Página 171).

* "Creo que lo mismo daría que alguien viniera y nos dijera que este lugar donde estamos es el cielo, el infierno y la tierra, todo a la vez, porque no sabríamos actuar de otra forma. La gente simplemente se las va arreglando como puede y se da por satisfecha si no comete demasiados errores". (Página 266).


Escenas para guardar en la memoria:

* La historia de la cruz bajo los abedules en el campo del sur (del maravilloso primer capítulo, 'Un montoncito de hojas').

* Como bajar unas escaleras sin hacer el menor ruido (en 'Rincones y recovecos', págs. 64-65).

* Frustración (página 132).

* Un funeral perruno (página 169).

* ¿Qué hay de malo en ser corriente? (página 422 del capítulo 'Corriente').


Te gustará si te gusta... Las historias conmovedoras y adictivas con un toque de realismo mágico. Y es que, en efecto, hay varios elementos en esta historia, por lo demás real como la vida misma en su concepción, que bien pudieran lucir tal calificativo; y que son los que, al fin y al cabo, hacen de "La Historia de Edgar Sawtelle" algo mágico y diferente.

Tanto el oráculo local y sus cruciales intervenciones en la vida del protagonista, desde el principio hasta el final de la historia, como la aparición del viejo granjero y los 'por si acaso' de su mujer pueden dar una buena idea de la importancia de lo esotérico en el desarrollo de los acontecimientos. Pero ninguna escena mejor para entender el verdadero significado de esta novela y su naturaleza como la que acontece bajo la lluvia en el capítulo final de la segunda parte('Bajo la lluvia' se llama, precisamente); una escena que viene a demostrar que, en efecto, la lluvia es mágica y apta no sólo para el romance, pues después de leer este capítulo el libro se quedará prendido de tus manos y tu mente aún más que antes, si tal cosa fuera posible... y todo el mundo se empezará a plantear muchas cosas.
¡Bueno! Supongo que a estas alturas ya os habréis dado cuenta de que sigo empeñada en no contar demasiado sobre la historia, lo cual hace posible que esta entrada resulte un tanto confusa, sino ya puramente caótica. Así que supongo que será cuestión de no seguir dándole demasiadas vueltas al asunto. Tal vez una de referencias para ir terminando...

Influencias y sensaciones:
En tema de influencias, existe un consenso general a la hora de mencionar a Shakespeare, principalmente por una cuestión de estructura de la historia y presencia de determinados elementos en la misma; para mí, que al fin y a la postre no soy tan sesuda, la cosa no tiene porque ser necesariamente tan evidente, aunque si uno lee las reseñas en cuestión es fácil encontrar los paralelismos.

La influencia más evidente para cualquier lector es "El Libro de la Selva", de Rudyard Kipling; un libro que el protagonista lee a menudo a sus perros (aunque sería más correcto decir que se lo signa, ya que Edgar se comunica utilizando las manos... una forma muy interesante, por otra forma, de adiestrar a los perros).
Sin embargo, para mí la lectura de esta novela evoca muchas otras sensaciones e impresiones de gran variedad de autores y obras. Tiene algo del King más intimista (del de "La Milla Verde", tal vez); como dicen algunos, es digno sucesor en ciertos aspectos de Frank McCourt; la magia de algunos momentos hace pensar en películas tan dispares (y que en realidad poco tienen que ver con la historia) como 'Amelie' o 'Big Fish'. Con tanto amigo perruno, es inevitable pensar en libros como "Lad, un perro", de Albert Payson Terhune, o en la mismísima Lassie.

En su forma de reflejar el mundo a través de los ojos de un niño-adolescente enfrentado a determinadas pérdidas, tiene algo del "Tan Fuerte, Tan Cerca", de Jonathan Safran Foer (una maravillosa visión sobre el 11-S); y por la peculiar naturaleza de su protagonista, evoca a la no menos hermosa "Ensordecedor", de Frances Itani.

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(*) ¡Un libro! :P
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Proximamente: "El Diario Secreto de Adrian Mole", de Sue Townsend.

3 comentarios:

  1. ¡Qué buena pinta! ¿Sabías que pronto es mi cumpleaños? :P

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  2. Vaya pedazo de artículo, mola. Y eso que no querías hacer un blog, jeje... enhorabuena.

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  3. Ro: Pues no tenía ni idea... :P

    Jorge: Gracias, pero eres un pelín 'exagerao' :)

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