lunes, 6 de junio de 2011

2011-53: "Expiación" de Ian McEwan

Errores de juicio para una historia épica


Título: "Expiación"

Título original: "Atonement"

Autor: Ian McEwan.

Editorial: Anagrama.

Año: 2001 (2002 de la edición en español).

Páginas: 437.

Género: Narrativa contemporánea (drama).


Frase promocional: "Como en todas las más importantes novelas de McEwan, un drama íntimo de pérdida de la inocencia, o de una traición, se juega dentro de una historia más vasta de mala fe. Aquí, la historia personal es dolorosamente intensa, pero Expiación es mucho más que eso... Se invoca y se reescribe la literatura inglesa. El decoro de Jane Austen se vuelve negra farsa y se oyen ecos irónicos de las novelas de malentendidos entre clases sociales de Forster." -Hermione Lee, 'The Observer'.


Sinopsis:

En la gran casa de campo de la familia Tallis, la madre se ha encerrado en su habitación con migraña, y el señor Tallis, un importante funcionario, está, como casi siempre, en Londres. Briony, la hija menor, de trece años, desesperada por ser adulta y ya herida por la literatura, ha escrito una obra de teatro para agasajar a su hermano Leon, que ha terminado sus exámenes en la universidad y hoy vuelve a casa con un amigo. Cecilia, la mayor de los Tallis, también ha regresado hace unos días de Cambridge, donde no ha obtenido las altas notas que esperaba. Quien sí lo ha hecho, en cambio, es Robbie Turner, el brillante hijo de la criada de los Tallis y protegido de la familia, que paga sus estudios.

Es el día más caluroso del verano de 1935 y las vidas de los habitantes de la mansión parecen deslizarse, como la novela, con apacible elegancia. Pero si el lector ha aguzado el oído, ya habrá percibido unas sutiles notas disonantes, y comienza a esperar el instante en que el gusano que habita en la deliciosa manzana asome la cabeza. ¿Por dónde lo hará? Hay una curiosa tensión entre Cecilia y Robbie. Y otra situación potencialmente peligrosa: la hermana de la señora Tallis ha abandonado a su marido, se ha marchado a París con otro hombre y ha enviado a su hija Lola, una nínfula quinceañera, sabia y seductora, a casa de sus tíos. Y la ferozmente imaginativa Briony ve a Cecilia que sale empapada de una fuente, vestida solamente con su ropa interior, mientras Robbie la mira...

lan McEwan ha escrito su obra más importante, una novela que va abriéndose como un juego de cajas chinas, con distintas novelas de géneros diferentes encajadas una dentro de otra y magistralmente engarzadas: hay una intensa, exaltadamente romántica historia de amor imposible, una durísima novela de guerra y también la novela de una novela, la narración de esta Expiación, de la que Briony Tallis escribió diferentes versiones a lo largo de su vida.


Puntuación: 3,5/5

Hay un conocido adagio popular que dice: "el libro siempre es mejor que la película". Por supuesto, y por su misma condición, tal afirmación no es más que una generalización, cierta en la mayoría de los casos pero no exenta de las pertinentes excepciones que confirman la regla. Excepciones como la propia "Expiación"... y no digo que la película sea mejor que el libro pero, ciertamente, creo que ésta es una de las mejores adaptaciones cinematográficas que he visto en mi vida. Todo lo que está en el guión está en la novela, y viceversa; a tal punto que leer el libro es volver a ver la película con el ojo de la mente, y ver la película es volver a recordar las palabras del autor y su magistral y compleja creación.

Es más que probable que el hecho de que, en contra de lo que suele ser común en mi caso, haya visto la película antes de leer la novela, haya adulterado en cierta medida mi percepción de la propia narración, puesto que nada me ha resultado nuevo o sorprendente, y hasta los personajes se me han antojado antiguos conocidos a los que llevaba un tiempo (no demasiado) sin visitar. Tal es, en efecto, la maestría y fidelidad con la que Joe Wright y Christopher Hampton han trasladado al elenco protagonista del papel y la palabra a la imagen, la carne y el hueso, que hasta los supuestos secundarios de esta historia, aquellos que no llegan a tener voz propia, aparecen retratados con certeza y total fidelidad a lo imaginado por McEwan; escritor hábil donde los haya, por cierto, capaz de transmitir atmósferas e impresiones de un modo que, no por sutil, resulta menos impactante o imborrable.

Es su dominio del lenguaje uno de los elementos más destacables de esta novela (diría que de su obra, pero en realidad este "Expiación" es lo primero que yo leo del británico), en la que predomina el sentimiento y la introspección sobre la acción o la exaltación pero que, igualmente, transmite emociones sin caer en lo melodramático. La historia avanza con inusitada suavidad, entre reflexiones y descripciones de paisaje que, lejos de resultar excesivas o recargadas, aportan un interesante contrapunto a la tensión narrativa que subyace de forma perceptible bajo la superficie. Y es por eso mismo que, sin ser la lectura más fácil del mundo por su escasez de diálogos, a expeción de los internos, esta novela fluye ante los ojos del lector a pesar de su complejidad de estructura, sino ya de argumento.

El amor, la guerra y la traición, o, mejor dicho, los errores de juicio provocados por la ingenuidad de una imaginación exaltada, pues los trece años de la procaz Briony poco tienen que ver con los trece años de los adolescentes de hoy en día, constituyen acaso temas poco originales en la literatura; o, en todo caso, tal puede parecer en un primer momento. Sin embargo, la mezcla de géneros, estilos y puntos de vista a los que recurre el autor logran hacer de esta historia una propuesta de elevada calidad, tanto en lo formal como en lo puramente argumental: una historia épica de amor que impacta precisamente por su dureza y por lo trágico de su desenlace; una historia de muerte y guerra que retrata con precisión histórica los aspectos menos gloriosos de toda contienda bélica; y una historia de búsqueda de la redención y remordimiento que invita a la reflexión sobre el impacto de las equivocaciones y sobre lo difícil que es remediar algunos errores del pasado.

En realidad, poco hay que se pueda añadir sobre esta gran novela que no se haya dicho ya, pues por una vez, y sin que sirva de precedente (¡aunque ojalá!), tanto la sinopsis como los comentarios de la crítica describen a la perfección la esencia de esta historia. Una novela épica, en efecto, tanto por su ambientación como por su temática, a la que incluso hay que agradecer el no incurrir en esa típica tendencia de las grandes historias al exceso de personajes y subtramas; con reminiscencias de otros grandes autores y de épocas pasadas, pero que a pesar de su tono de clásico supone una muestra singular de la mejor literatura contemporánea.


Inspiración...

- Plagio: Palabra más que fea, cualquiera que sea el contexto en el que se utilice.

- Inspiración: Mucho más bonita, ¡dónde va a parar! E inevitable en prácticamente todo proceso de creación, literaria o no, pues todas las ideas tienen algún punto de partida y pocas son las que nacen puramente de la imaginación.

El problema, por supuesto, está en distinguir entre una y otra en determinadas circunstancias, y parece claro que ni siquiera las grandes historias están exentas de la posibilidad de tal acusación.

En noviembre de 2006 la sombra alargada del plagio voló sobre este "Expiación" de Ian McEwan, al que se acusó de robar ideas y modelar a la heroína de su obra, Briony Tallis, a imagen y semejanza de la escritora de novelas románticas de hospital Lucilla Andrews, cuyas vivencias como enfermera durante la Segunda Guerra Mundial fueron plasmadas en su autobiografía, 'No Time For Romance', publicada en 1977. Y, en efecto, hay aspectos coincidentes entre el personaje de McEwan y la trayectoria de la escritora, pues Andrews atendió a los soldados heridos en Dunquerque en el mismo hospital que aparece en "Expiación".

Tal y como son las cosas hoy en día, la acusación de plagio puede considerarse hasta cierto punto inevitable, si bien resulta un tanto chocante si se tiene en cuenta que el propio autor hace referencia a la obra de Andrews en su nota final de agradecimientos. Ante la necesidad, no obstante, de dar nuevas explicaciones, esto es lo que McEwan ha tenido que decir al respecto:

"Al autor de una novela histórica le puede ofender su dependencia del documento escrito, de las memorias e informes de testigos. En definitiva, de las palabras de otros escritores, pero no hay escape: Dunquerque o un hospital en tiempos de guerra se puede materializar novelísticamente, pero no se puede reinventar", admite el autor. "Insertar personajes imaginarios en acontecimientos históricos es un asunto inquietante y entrometido. Cierta libertad se compromete de repente. A medida que uno cruza y recruza las líneas entre la fantasía y el documento histórico, uno siente una pesada obligación a (respetar) una estricta exactitud", añade.

Sin embargo, la autobiografía de Andrews no es la única fuente de inspiración en esta historia de culpa y responsabilidad. McEwan se basó principalmente en las memorias de su padre, quien, según dice, "nunca se cansó de contarme cómo le dispararon en las piernas con una ametralladora montada en un tanque alemán; cómo se juntó a un compañero al que habían herido en ambos brazos y cómo entre los dos consiguieron llegar hasta las playas de Dunquerque en una motocicleta". Episodio que aparece homenajeado fugazmente en la novela, por cierto.

De su padre también escuchó anécdotas de hospital. Evacuado de Dunquerque, el soldado McEwan pasó seis meses en un centro de Liverpool: "Me contaba repetidas veces cómo las víctimas de quemaduras eran las menos afortunadas, siempre sedientas, siempre en agonía, sus extremidades envueltas en bolsas protectoras; cómo chillaban aterrorizados soldados duros al escuchar la voz de las enfermeras...".

McEwan advierte que hay muy pocos documentos sobre la labor de las enfermeras en la Guerra Mundial. "La historia de la guerra es mayoritariamente militar y política. Los historiadores han descuidado su deber". Aun así, localizó un texto oficial y un manojo de cartas que arrojaban algunos detalles sobre la personalidad y posición social de jóvenes como Briony. Finalmente, en 'No Time For Romance', tropezó con "un relato de las prácticas clínicas, de la rutina diaria, de la llegada de los soldados de la evacuación de Dunquerque y de su tratamiento". "Que yo sepa no existe otro documento. Andrews incluso cuenta un episodio que se asemeja a la experiencia de mi padre cuando le llamaban la atención por decir tacos". "Lo que Andrews describe", afirma, "no es un mundo imaginario. No era ficción. Era el mundo de una realidad compartida, de las cartas del Museo de la Guerra, de la prolongada estancia de mi padre en el hospital. Es un reportaje soberbio. Y yo hice uso de las escenas que ella describía".

Así pues, queda claro: inspiración, no plagio...


Lección de historia bélica: Dunquerque

Deprisa: pensad en una ciudad portuaria francesa, de especial relevancia histórica por su papel durante la Segunda Guerra Mundial.

Estoy segura de que, si alguien os plantease de repente semejante desafío, el primer nombre que os vendría a la cabeza, con casi toda probabilidad, sería Normandía, el escenario del famoso desembarco, el no menos famoso 'día D' (y 'hora H'). Y es que, para que negarlo, todos preferimos recordar los momentos en que las cosas empezaron a mejorar, pues que duda cabe que aquel fue sin duda uno de los episodios más decisivos de cara a poner fin a la larga y cruenta contienda que asoló Europa durante seis interminables años.

Claro que, en una guerra tan larga, la suerte cambia de bando a menudo y la vida da muchas vueltas, y lo que terminó bien para unos no empezó del mismo modo: lógico, pues, de otro modo, la cosa habría acabado mucho antes. Y ahí es donde entra en juego en nuestra lección de historia del día Dunquerque, escenario en 1940 de la evacuación de más de 330.000 soldados franceses y británicos, estos últimos pertenecientes a la Fuerza Expedicionaria Británica, hacia Gran Bretaña, ante el imparable avance alemán, en lo que fue conocido como "Operación Dinamo".

Tras el irresistible empuje alemán en Bélgica, y previendo las dificultades de un posible repliegue hacia Francia, el mariscal británico y comandante en jefe de la Fuerza Expedicionaria Británica (BEF), John Gort, esbozó un plan para evacuar a la BEF de regreso hacia su patria. Los preparativos comenzaron el 19 de mayo de 1940, pero quedaron a la espera del resultado del proyectado contraataque francés contra el flanco norte de las tropas alemanas. El contraataque nunca se produjo, y desde Londres se dio autorización para dar comienzo a la operación el día 24.

Un día antes, el 23 de mayo, el general alemán Gerd von Rundstedt, al mando de los blindados del Grupo de Ejércitos A de la Wehrmacht, tomó la controvertida decisión de detener los panzer a las puertas de Dunkerque, orden que sería confirmada al día siguiente por el propio Hitler. Esta decisión sería crucial para el éxito de la evacuación aliada, ya que concedió un respiro de tres días a las exhaustas tropas aliadas para fortificar las defensas de última línea, destinadas a contener a los alemanes mientras se producía la evacuación. A día de hoy esta decisión está considerada por muchos como uno de los mayores errores estratégicos por parte del bando alemán durante la Segunda Guerra Mundial.

Son varias las razones que pudieron haber motivado esta sorprendente detención de los carros alemanes: por parte de von Rundstedt, se mencionan la escasez de suministros y munición tras una intensa ofensiva, o el temor a seguir avanzando sin un adecuado apoyo de la infantería, que en aquel momento se encontraba más retrasada. Por parte de Hitler, se especula con que no quiso humillar excesivamente a los británicos, con vistas a obtener un futuro tratado de paz con esta nación, con la que no deseaba la guerra. Esta explicación fue ofrecida por el propio von Rundstedt en los Juicios de Núremberg. Otra opción barajada, aunque nunca confirmada, es el hipotético deseo de Hitler de esperar a su división favorita, la SS Leibstandarte Adolf Hitler, para evitar que la Wehrmacht acaparase todos los honores de la captura.

El 26 de mayo a las 23:30 comienza oficialmente la "Operación Dinamo". Bajo un intenso fuego de artillería de las baterías alemanas y bombardeos de aparatos de la Luftwaffe entre los que se encontraban los bombarderos en picado Stuka, miles de soldados ingleses, franceses y belgas hacen fila en la playa, mientras siete divisiones francesas ofrecen resistencia en los 80 kilómetros del frente.

La Marina inglesa había preparado una flota con 40 destructores y 130 barcos mercantes y de pasajeros, que debían embarcar las tropas en condiciones muy precarias, pues el puerto de Dunkerque había sido devastado por la Luftwaffe, y sólo estaba practicable la zona exterior durante la marea alta. Para transportar a los soldados desde la playa hasta los barcos de la Royal Navy, que permanecían en alta mar defendiéndose de los bombardeos de la aviación alemana con sus propias baterías antiaéreas, se utilizaron todos los medios disponibles en la playa.

A pesar de la creencia popular de que se utilizaron para el rescate todo tipo de barcos pesqueros y de recreo disponibles en las costas inglesas, la "Operación Dinamo" fue llevada en secreto por la Royal Navy con la única ayuda de varios buques mercantes. La crítica situación de Dunkerque sólo se dio a conocer al gran público al final, en la tarde del 31 de mayo, y aunque los dos días siguientes salió al canal una flotilla de pequeños barcos, el número de supervivientes rescatados por éstos fue muy bajo.

El primer día de junio, el intenso castigo al que estaban siendo sometidos los puntos de embarque de las tropas aliadas marcaron el final de la operación, en un principio ideada para evacuar 50.000 hombres en cinco días, pero que superó ampliamente tales expectativas.

El 2 de junio a las 3:30 partía el último barco en dirección al Reino Unido. El resto de las tropas británicas que quedaron en Dunkerque decidieron rendirse a los alemanes, mientras que las tropas francesas optaron por abrirse paso hacia el Sur, pero finalmente tuvieron que rendirse.

Las pérdidas materiales, destruidas o abandonadas a los alemanes, habían sido cuantiosas. Sin embargo, después de poco más de seis días, un total de 338.872 combatientes habían sido evacuados: 215.787 británicos y otros 123.095 belgas y franceses. Los cien nuevos tanques británicos Mathilda Mk I quedaron abandonados o destruidos en Dunkerque, por lo que Gran Bretaña quedó con doscientos tanques obsoletos e inútiles ante los tanques alemanes.

Desde aquel día, la operación fue bautizada como "El Milagro de Dunkerque".


Escritura sobre escritura

"Un relato era simple y directo, no permitía que nada se interpusiese entre ella y el lector: no había intermediarios, con sus ambiciones privadas o su incompetencia, no había presiones de tiempo ni recursos limitados. En un relato sólo había que desear, bastaba con escribirlo y tenías el mundo; en una obra de teatro debías apañártelas con lo disponible: no había caballos, ni calles de un pueblo, ni costa. No había telón. Parecía evindentísimo ahora que era demasiado tarde: un relato era una forma de telepatía. Mediante el proceso de trazar símbolos de tinta en una página, enviaba ideas y sentimientos desde su mente a la del lector. Era un proceso mágico, tan ordinario que nadie se detenía a pensarlo. Leer una frase y entenderla era lo mismo; como en el caso de doblar un dedo, nada mediaba entre las dos cosas. No había una pausa durante la cual los símbolos se desenredaban. Veías la palabra castillo y allí estaba, a lo lejos, con bosques que se extendían ante él en pleno verano, con el aire azulado y suave del humo que asciende de la forja de un herrero y un camino empedrado que serpentea hacia la verde sombra..." (Pág. 51).


Escenas para el recuerdo

Si a alguien le sorprende que en esta sección habitual no haya por una vez referencias espaciales, por llamarlas de algún modo (o, dicho de otra forma, alusiones a las páginas de esta edición en las que la palabra evoca a la imagen perdurable) la explicación es tan sencilla como evidente para el que recuerde la forma en que empezábamos esta entrada; y es que, en efecto, los grandes momentos de la gran pantalla son los mismos que se pueden destacar en la página impresa... aunque bien pudiera ser que el influjo del séptimo arte predisponga tal selección, pues que duda cabe que, por más que se trate de aún otro tópico manido, bien cierto es que a menudo una imagen evoca más que mil palabras.

Así pues, ahí va mi selección de grandes momentos:

* El jarrón y la fuente.

* La carta equivocada.

* La pierna en el árbol.

* La prueba de amor en el río.

* El auténtico final.


Más sobre la versión cinematográfica

Por cierto que, aunque aún no lo he mencionado, efectivamente el trabajo de reescritura de Christopher Hampton estuvo nominado para los Oscar de 2008 en la categoría de Mejor Guión Adaptado, premio que sin duda habría merecido, pero que le fue arrebatado por la versión de los Coen del "No Es País Para Viejos" de Cormac McCarthy; y, no habiendo leído esta novela ni visto la película, cierto es que no puedo entrar a valorar lo atinado o no del galardón.

De hecho, "Expiación" (la película) estuvo nominada para un total de siete premios Oscar, incluyendo los de Mejor Película, Actriz de Reparto (Saoirse Ronan, la joven Briony), Fotografía o Banda Sonora, siendo este último el único que obtuvo. Otro que no se llevó: el Oscar al Mejor Diseño de Vestuario; sin embargo, el maravilloso vestido verde que Cee luce en la noche en la que todo comienza se alzó con el título de mejor atuendo de la historia del cine, en la encuesta realizada por la revista ‘In Style’ y la plataforma británica de canales de cine en televisión ‘SkyMovies’ para determinar el atuendo más elegante que se haya vestido en la pantalla grande.

Un honor no precisamente pequeño si se tiene en cuenta que el segundo puesto lo ocupa el vestido blanco que llevó Marilyn Monroe en "La Tentación Vive Arriba", ese tan vaporoso con el que aparece retratada en numerosos pósters, en los que la mítica actriz está sobre una rejilla en la calle y su vestido se levanta al pasar el metro por debajo. El podio lo completa el sofisticado traje del modisto Givenchy que Audrey Hepburn lucía en "Desayuno Con Diamantes", subastado en Christie’s en el 2006 por nada menos que 700.500 euros, el precio más alto jamás alcanzado en subasta por un prenda confeccionada para el cine. Por supuesto, existen otras versiones de esta lista, como la del 'Daily Mail', en la que es el diseño de Givenchy para Hepburn el que se lleva el gato al agua, mientras que el de Jacqueline Durran para Knightley se queda en el segundo puesto, pero pocas dudas caben acerca de las bondades del diseño. Eso sí, particularmente me resulta curioso no encontrar en ninguna de esas listas el otro mítico Givenchy de la etérea Audrey: el maravilloso vestido que ésta lucía en "Sabrina", por supuesto.

"Expiación" sí que fue distinguida como la mejor película del año tanto en los BAFTA como en los Globos de Oro (drama), además de obtener varias candidaturas más para su guión y director, así como unas muy merecidas para sus dos protagonistas más destacados (con permiso de la señorita Ronan): Keira Knightley en el papel de Cecilia Tallis y el cautivador James McAvoy como nuestro Robbie Turner de carne y hueso.


Y sí: he dicho cautivador, pues tengo que admitir que ese chico realmente me fascina. Aún estoy tratando de decidir si es un "guapo feo" o un "feo guapo", pues lo que está claro es que no es un galán al uso, pero sin duda hay algo en lo atípico de sus rasgos que le confieren algo más que simple personalidad. Por no hablar, por supuesto, de su talento como actor y su capacidad para construir (y elegir) personajes inolvidables: Robbie, por supuesto, pero también el Nicholas Garrigan de "El Últmo Rey de Escocia" (posiblemente su mejor papel hasta la fecha) y, por encima de todo, especialmente para cualquier amante de la gran escritora, el Thomas Lefroy de "La Joven Jane Austen" ('Becoming Jane'), del que no hace mucho alguien decía, con toda la razón del mundo, que es imposible no quedarse prendada después de ver la película.


Otras obras del autor

Creo que ya lo he dicho, pero lo repito: "Expiación" es la primera novela de Ian McEwan que leo... no sé si será la última (no tiene porqué) pero lo cierto es que no planeo leer otra en un futuro cercano; no por nada, que conste... En cualquier caso, tengo la sensación de que el británico es uno de esos autores a los que la crítica alaba, merecidamente, pero que no acaba de calar entre el gran público, por más que nos suenen muchos de sus títulos.

* Sin duda uno de los más conocidos, junto con "Expiación" (o tal cosa me permito deducir del hecho de que en la propia web del autor se ofrezcan ediciones críticas y guías para estudiantes de estos dos títulos) es "Amor Perdurable" publicada en 1977 y considerada por muchos como una obra maestra acerca de una persona que sufre el síndrome de Clerambault, también conocido como erotomanía: un trastorno mental inusual en el que una persona mantiene la creencia ilusoria de que otra, generalmente de un estatus social superior, está enamorada de ella. La novela de McEwan, ganadora del Booker Prize, narra la historia de un escritor de divulgación científica que se ve acosado por un erotómano, desde el momento en que sus vidas se cruzan cuando el escritor trata de socorrer a los tripulantes de un globo, un anciano y su nieto, que se ven en serias dificultades. Una historia con cierto grado de sarcasmo y comicidad en la que, una vez más, el tema de la culpa y los remordimientos no es ajeno a la trama.

* En 1998, y causando gran controversia, el autor obtuvo de nuevo el Booker Prize por su novela "Amsterdam", otro de sus títulos más conocidos, calificada como una feroz, cínica, mordiente fábula moral, lo que invita a pensar que se trata de una lectura corta (apenas doscientas páginas) pero intensa. No obstante, esta historia de una muerta y los cuatro grandes amores de su vida cuenta en su haber con críticas de lo más dispares, pues mientras los profesionales destacan su humor, lo cierto es que este debe ser tan inglés que muchos lectores patrios no llegan a apreciarlo en su justa medida y, de hecho, resaltan la seriedad de los temas tratados así como visitón pesimista y misántropa de la naturaleza humana. Cuestión de gustos...

* La última novela del escritor es "Solar", publicada por la Editorial Anagrama en marzo de este año, así que puede decirse que se trata de toda una novedad. Considerada una metáfora satírica sobre el calentamiento global, cuenta la peripecia de Michael Beard, un Nobel de física que descubre cómo producir energía sin coste medioambiental pero cuya vida personal es un desastre. Egoísta, bebedor y mujeriego compulsivo, el investigador de McEwan se convierte en una metáfora de la ambigua actitud internacional ante el citado cambio climático. El autor se inspiró para la historia y el personaje en un viaje que realizó al Polo Norte en 2005 junto a un grupo de artistas e intelectuales para conocer de primera mano los efectos del calentamiento global.


Te gustará si te gustan... las historias épicas, sin grandes artificios, que apuestan por lo sobrio. Las historias de amor y sentimiento que no caen en el sentimentalismo, ni squiera lo rozan. La prosa de McEwan, por descontado.

También si eres un enamorado de la versión cinematográfica de esta historia y deseas revivirla sobre el papel y en la imaginación. Aunque, a fuer de ser sincera, he de reconocer que es posible que sigas prefieriendo la película a la novela, mucho más gráfica y por lo mismo menos densa, especialmente si eres de los que en un libro buscas más la acción que la introspección.

En realidad, y por ir más a lo concreto, hay varios títulos que me han venido a la mente (como suele ser habitual) al leer esta novela, así que el que quiera saber cuáles son que siga leyendo la próxima sección que, en el fondo, en muchos aspectos no es más que una nueva ración de paralelismos.


De amor y de guerra

Hay quien considera que el argumento de "Expiación" no es más que una nueva versión del tópico: amantes imposibles separados por un conflicto bélico, a los que la sola esperanza del reencuentro mantiene vivos y en marcha, independientemente de cual sea el desenlace, más o menos feliz, más o menos trágico, de la historia sobre tal premisa planteada. Personalmente, y sin negar la importancia del amor y la guerra en esta trama en particular, creo que tal apreciación supone una simplificación del argumento de la novela de McEwan, así como la concesión de un protagonismo excesivo a Robbie y Cecilia, cuando en realidad la verdadera protagonista de esta historia es, en última instancia, la joven Briony, su imaginación de niña, sus errores de juicio y sus remordimientos de joven adulta.

Sea como sea, lo cierto es que no se puede negar la preeminencia en la literatura de las historias de tono épico en las que el amor y la guerra se erigen en pilares clave de argumentos más o menos románticos.

* Historias como la de "Largo Domingo de Noviazgo", del francés Sébastien Japrisot, probablemente más conocida por su adaptación cinematográfica que yo aún no he visto, aunque tengo la sensación de que, como con este "Expiación", ésta puede llegar a gustarme más que la propia novela; y que conste que no es que ésta no me haya gustado, que lo ha hecho, sino que tengo la impresión de que la historia ha de ganar con la imagen, pues precisamente tiene la trama una cualidad épica que en el papel resulta un tanto desaprovechada, e incluso diría que llega a aburrir por momentos. Una historia de amor y guerra pues, que nos lleva al frío invierno de 1917, en el que cinco soldados franceses caminan heridos y maniatados hacia un destino trágico en un desolado rincón del frente. Pero, Matilde, nuestra tierna y persistente heroína, sabe, en el fondo de su corazón, que su amado Manech sigue vivo... una certeza que se mezcla con el horror y la indignación cuando, una vez acabada la guerra, un sargento moribundo le cuenta la verdad sobre la última vez que vio a su novio. A partir de ese momento, Matilde emprende la búsqueda de la verdad armada de un coraje inquebrantable.

* Más de amantes cuya existencia se ve complicada por mor de un conflicto bélico, si bien en este caso el tono de la historia es, al mismo tiempo, más romántico que en el caso que nos ocupa y también más comercial, pues de hecho se trata de un best-seller con segunda y tercera partes: "El Jinete de Bronce" de Paulina Simons. Leningrado, 1941: la guerra parece lejana en esta ciudad de antigua grandeza, donde espléndidos palacios y avenidas señoriales hablan de otra época, cuando la ciudad era conocida como San Petersburgo. Dos hermanas, Tatiana y Dasha Metanov, comparten un minúsculo apartamento con su familia. La vida es dura, pero todavía hay cabida para soñar y amar. Todo cambia cuando un comunicado de la radio informa que Alemania ha invadido la URSS. Ese día Tatiana conoce a Alexander, un joven oficial del Ejército Rojo de misterioso y turbulento pasado. Tatiana siente que se embarca en un camino de amor tortuoso, de sacrificio y negación, pues Dasha también está enamorada de Alexander. Cuando el ejército alemán bloquea la ciudad en el duro invierno, los amantes se encontrarán atrapados en los vaivenes de la historia, y deberán entablar una indómita lucha para realizar su amor y lograr la libertad. Una historia en la que no falta tampoco la acción, marcada por el drama y los infortunios, que encuentra su continuación en "Tatiana y Alexander" (imprescindible para los que se queden con ganas de saber qué pasó después, especialmente teniendo en cuenta el final de la primera parte, pero que, sin llegar a defraudar, no está al nivel de ésta) y su conclusión en "El Jardín de Verano" (que aún no me he leido, pero parece ser que sigue la línea del segundo).

* También lo romántico y lo bélico se entrelazan en esa gran historia de amor que es "La Casa del Propósito Especial" de John Boyne, de la que creo que ya he hablado con anterioridad en este blog. Y, una vez más, es Rusia el grandioso escenario elegido para el primer encuentro de nuestros protagonistas, lo cual me lleva a reflexionar sobre las grandes historias de amor (y guerra, pues la historia del país da para mucho en este sentido) que la literatura rusa ha dado, desde "Ana Karenina" hasta "Guerra y Paz" o "Doctor Zhivago". En el caso que nos ocupa, señalar que el paralelismo con "Expiación" no se reduce únicamente a lo tópico y evidente, sino que también se percibe en su combinación de tiempos y épocas en la narración, así como en la presencia de la culpa como pieza clave del argumento y motor trágico de las vidas de sus protagonistas.

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Proximamente: "El Bosque del Cisne Negro", de David Mitchell.

7 comentarios:

  1. Pues, la verdad sea dicha, yo tampoco... De hecho, como suelo utilizar el Internet Explorer ni me había percatado del problema; pero un vistazo a Firefox ha sido suficiente

    ^.^ Confusa me hallo...

    Gracias por el aviso.

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  2. Hay que darlo todo masticadito eh...

    A ver ahora:

    Habemus Papam!!!

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  3. Por cierto, a mi me recuerda al novio/marido de Paulina Rubio, no puedo evitarlo o_0

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