miércoles, 8 de junio de 2011

2011-54: "El Bosque del Cisne Negro" de David Mitchell

Las tribulaciones de Jason Taylor


Título: "El Bosque del Cisne Negro"

Título original: "Black Swan Green"

Autor: David Mitchell.

Editorial: Tropismos.

Año: 2006 (2007 de la edición en español).

Páginas: 379.

Género: Narrativa contemporánea.


Frase promocional: "Es un escritor que maravilla por su ambición, que se encuentra cómodo en toda clase de elementos y que parece capaz de generar un elenco inagotable de personajes interesantes." -Observer.


Sinopsis:

Es un enero frío y lluvioso en el pueblo inglés de Black Swan Green, y Jason Taylor, un niño de trece años, tartamudo encubierto y poeta a regañadientes, se espera un año aburrídisimo en el pueblo más muerto del planeta. No cuenta con que tendrá que vérselas con los matones del colegio, los conflictos latentes en su familia, la guerra de las Malvinas, una exótica refugiada belga, una invasión de gitanos oprimidos y los caprichos de esas misteriosas criaturas conocidas como «las niñas».

La última novela de David Mitchell es una crónica minuciosa de trece meses en el agujero negro que separa la niñez de la adolescencia, con el telón de fondo de una Inglaterra rural a punto de desaparecer y todavía ensombrecida por la Guerra Fría. Irónica, amarga, cómica y llena de vida, "El Bosque Del Cisne Negro" es la obra más aguda y cautivadora de Mitchell hasta la fecha.


Puntuación: 3,5/5

Una vez más, ese controvertido número que es el trece, tan odiado por algunos supersticiosos como reverenciado por otros que se precian de no serlo, se convierte en protagonista; pues si trece eran los años que tenía Briony Tallis aquel verano de 1935 en que su imaginativa mirada perpetró el engaño crucial, trece son también las primaveras de Jason Taylor, nuestro cicerone particular por las calles y caminos de Black Swan Green, por más que sea invierno la primera vez que su voz nos sirve de guía. Y, a poco que uno piense sobre ello, lo cierto es que no resulta difícil entender la fascinación de todo tipo de creadores por tal edad, pues a los trece ni se es exactamente niño, ni mucho menos adulto; casi, casi, ni adolescente de pleno derecho... y es precisamente ese limbo peculiar, ese estar en tierra de nadie, lo que dota a cualquier narrador de trece años de una voz única, capaz de combinar la inocencia de la infancia con la picardía del adolescente, la limpia perspicacia de la niñez con la velada comprensión de la pubertad.

Una vez más, también, la sinopsis de la novela se ajusta como un guante a la auténtica naturaleza de la obra, pues es en efecto "El Bosque del Cisne Negro" uno de esos libros de infancia o adolescencia en los que el verdadero eje de la trama es la experiencia vital de un protagonista a medio formar, sus avatares y tribulaciones en la escuela y fuera de ella con otros compañeros de su edad, y las relaciones familiares o con las chicas. Una sucesión de capítulos que se configuran en anécdotas de una vida que, a pesar de lo aparentemente idílico o tranquilo del entorno (esa ciudad de provincias inglesa, que más que ciudad es pueblo, cuyo nombre es Black Swan Green y a la que hace referencia el título original, por más que también haya bosque), no está por ello exenta de todo tipo de problemas existenciales, desde los más grandes a los más pequeños: la guerra de las Malvinas, la recesión económica, la no siempre fácil convivencia de unos padres sobre los que planea casi inadvertida la sombra del divorcio, la lucha por no caer en lo más bajo de la escala social entre sus coetáneos o el afán por encubrir sus defectos o aficiones.

Más allá del hecho incontestable de que David Mitchell sea un escritor de gran talento, poseedor de un notable dominio del lenguaje que le permite retratar a la perfección los trece años de su protagonista, sin que el uso de expresiones o jerga propia de tal edad reste calidad al conjunto, y haciendo, por lo mismo, que el libro esté al alcance y disfrute de todo tipo de lectores (y no sólo adolescentes, como algunos tienen tendencia a considerar por el mero hecho de que el personaje central lo sea); más allá de eso, decía, las dos principales cualidades de esta novela, que en realidad no supone ninguna revolución dentro del subgénero de vivencias adolescentes, están en la fidelidad del retrato de una época y en el innegable carisma de su protagonista principal, si no ya único.

La acción de "El Bosque del Cisne Negro" se sitúa en 1982, año en que la 'Dama de Hierro' habitaba Downing Street y se enfrentaba a una recesión económica aumentado el IVA mientras el desempleo no dejaba de crecer; año en que Inglaterra volvía a recurrir a su históricamente famosa fuerza naval para garantizar su posesión sobre las Malvinas ante la invasión argentina, con un éxito que produciría en el Reino Unido una ola de entusiasmo patriótico que, a pesar de la difícil situación interna, redundaría en un innegable aumento de la popularidad de Thatcher como primera ministra. Todo este transfondo socio-político resulta claramente perceptible en la novela de Mitchell, si bien es cierto que muchas de estas circunstancias, especialmente en todo aquello que no tiene que ver con lo bélico, por definición mucho más fascinante para un niño de trece años que los altibajos de ciclo económico, se intuye más que se lee a partir de las palabras de Jason. Pero lo magistral de su capacidad de crear atmósferas de otros tiempos tiene mucho más que ver, en realidad, con lo certero de su retrato de los pequeños usos y costumbres sociales, las modas, tendencias o aficiones; en definitiva, de los pequeños detalles que definen una época.

En cuanto a Jason Taylor, nuestro protagonista y sin duda lo más destacable de la novela, ciertamente no resulta para nada novedoso o revolucionario el hecho de que el autor haya decidido convertirlo en un potencial marginado merced a un defecto del habla que, sin embargo, permanece oculto, aunque siempre presente en la amenazante inevitabilidad de su existencia, durante buena parte de la narración. La tartamudez es su cruz, lo que le atormenta y le condena a caer, antes o después, a lo más bajo de la cadena social adolescente de Black Swan Green, donde, como en cualquier otro lugar o cualquier otra época, ser guay es el sueño; ser del montón, la máxima aspiración; y estar en lo más bajo, la mayor de las pesadillas recurrentes. Claro que las cosas se complican aún más si una de tus aficiones (secretas, por supuesto) consiste en escribir poesía, si tu conciencia pone trabas al ascenso social o alguien te ve haciendo cola en el cine con tu madre.

Afortunadamente, los trece años no duran eternamente y siempre llega un punto en que las cosas, al no poder ir a peor, por fuerza han de mejorar. Tal vez podríamos llamarlo madurez, tal vez la verdadera revelación de una personalidad que decide optar por las acciones drásticas, pero ciertamente, y sin ánimo de caer en el 'spoiler', a lo largo de la novela veremos evolucionar al personaje, y será esa evolución la que dará cohesión y relevancia a lo que, de otro modo, quizá no habría pasado de ser una mera recopilación de anécdotas más o menos divertidas, pero siempre reveladoras y evocadoras de nuestro pasado. Porque todos hemos sido niños y hemos compartido, en mayor o menor medida, idénticas preocupaciones; y aunque ahora nos parezca que la infancia es una época dorada y sus problemas, insignificantes, "El Bosque del Cisne Negro" nos recuerda que, para el que lo vive, nada carece de importancia.


"El Ahorcado"
Así es como llama Jason a su torturador particular: ése que le ha obligado a agudizar el ingenio y le ha convertido en un gran aficionado a los diccionarios, pues cuando una palabra se queda atravesada en tu garganta es mucho más fácil y efectivo sustituirla por otra que no dé problemas, antes que esforzarse inútilmente en desatascarla y hacerla salir por la fuerza; con el consiguiente esfuerzo que, por más que trates de evitarlo, sin duda se notará en tu cara sino ya en la propia pronunciación del rebelde vocablo... Inevitable. Terrible.

Lo peor de "El Ahorcado" (bautizado así porque fue precisamente jugando al ahorcado en clase como se manifestó por primera vez) es que uno nunca puede estar seguro de cuándo hará acto de presencia; o de cuándo no lo hará, pues las letras peligrosas no siempre son las mismas, y la intermitencia de la amenaza sin duda forma parte de su modus operandi, pues, tal y como el propio Jason apunta, "esto (a) me hace concebir esperanzas de curación, esperanzas que luego el Ahorcado se complace en destruir, y (b) me permite hacer creer a otros niños que soy normal mientras el miedo a que me descubren sigue vivito y coleando."

O, dicho de otro modo, estos son los Cuatro Mandamientos del Ahorcado según Jason:

1er Mandamiento:
Te esconderás de los logopedas.
2º Mandamiento:
Estrangularás a Taylor cuando
tenga miedo de tartamudear.
3º Mandamiento:
Atacarás por sorpresa a Taylor cuando
no tenga miedo de tartamudear.
4º Mandamiento:
Cuando todo el mundo lo llame
"El Tartaja", Taylor será tuyo.

La tartamudez o disfemia, que en realidad no es un trastorno del lenguaje, sino de la comunicación, caracterizado por interrupciones involuntarias del habla que se acompañan de tensión muscular en cara y cuello, miedo y estrés, es conocida desde la Antigüedad Clásica, y ya Aristóteles señalaba a la lengua como responsable de la misma, incapaz de seguir la velocidad con que fluían las ideas. Esta idea fue sostenida hasta el siglo XIX, en que los cirujanos intentaban corregir la lengua con medios braquiales (dividiendo su raíz, cortándole cuñas, añadiendo prótesis...). Otros, en cambio, recomendaban el ensanchamiento de las vías respiratorias y la extirpación de las vegetaciones adenoides y de las amígdalas. Sigmund Freud y sus seguidores, corrigiendo la visión anterior, asociaron la tartamudez a crisis nerviosas y a problemas psíquicos, considerando que reflejaba la puja de los deseos reprimidos por salir al exterior. Una perspectiva de la tartamudez que, ciertamente, adopta visos de realidad (tal vez en parte inexplicable, pero realidad al fin y al cabo) en casos como el de Jason, perfectamente capaz de hablar sin el menor titubeo cuando está sólo y al que, en cualquier caso, resulta evidente que el miedo al ridículo complica las cosas a menudo.

Existen distintos tipos de tartamudez, tanto por su origen como por su forma de manifestarse. En el primer caso, se puede hablar de tartamudez:

- Neurogénica o adquirida: producida por alguna lesión o golpe en el cerebro. El tartamudeo puede ocurrir en cualquier parte de la palabra y los que la padecen tartamudean incluso cantando o susurrando (Jason no tartamudea cuando canta), pero a cambio no muestran miedo o ansiedad.

- Psicógena: la menos común, es producto de algún trauma severo. Aunque en el siglo XIX se pensaba que era la causa principal de tartamudez, estudios recientes han demostrado que tal hipótesis no era correcta. El tartamudeo es independiente de la situación y los que la padecen no muestran ansiedad.

- De Desarrollo: el tipo de tartamudez más común, ocurre cuando el niño está aprendiendo el lenguaje y el habla, alrededor de los 2 y 5 años. El niño cuando está aprendiendo estructuras gramaticales más complejas tiene difluencias propias de este aprendizaje. Unos reaccionarán adecuadamente, recuperándose de esta fase; otros, si se han dado los factores en intensidad y relación adecuados para disparar la tartamudez, reaccionarán ante estas difluencias desarrollando estrategias para superarlas (uso de fuerza y tensión en el habla) y ocultarlas (evitar hablar).

En cuanto a los diferentes tipos de disfemia existentes por su forma de manifestarse, podemos distinguir los siguientes:

- Tónica: caracterizada por las múltiples interrupciones ocasionadas por espasmos. Durante las interrupciones el paciente muestra rigidez y tensión faciales. Es la que presenta peor diagnóstico, y la que sufre Jason, que la define a su vez del siguiente modo: "La tartamudez tónica es cuando te atascas después del primer sonido de la palabra. Así: T...ónica."

- Clónica: caracterizada por las repeticiones de sílabas y palabras enteras, más frecuentes en consonante que en vocal, más todavía en oclusivas y que se dan mayoritariamente a principio que en medio de palabra. O, en palabras de Jason: "La tartamudez clónica es cuando pronuncias el primer sonido de una palabra pero no puedes parar de repetirlo una y otra vez. Así: C-c-c-clónica."

- Tónico-clónica o mixta: es el tipo más frecuente, porque resulta difícil encontrar un disfémico puro tónico o clónico, la mayoría combinan los dos síntomas.

La prevalencia de la tartamudez se calcula en un 7 por 1000, lo que significa que hay aproximadamente 40 millones de disfémicos en el mundo. Según indican las estadísticas la enfermedad es más frecuente entre los varones con más nivel académico de países desarrollados; pero esto podría deberse a que en el Tercer Mundo se considera una patología menor y ni siquiera se diagnostica.

Para diagnosticar, en primer lugar debemos diferenciar entre una simple tartamudez evolutiva y una disfemia.

* Una tartamudez evolutiva simple puede aparecer durante el proceso de desarrollo del lenguaje del niño, especialmente en torno a los tres años, o bien tras el nacimiento de un hermano como forma de llamar la atención. En ella el niño no sufre los síntomas asociados de miedo, estrés, etc. que sufre el disfémico consciente cuando tiene que enfrentarse a una situación en la que tiene que emplear el lenguaje oral. Además en la tartamudez evolutiva es más frecuente la repetición de palabras enteras. Si el niño mantiene esta tartamudez evolutiva en el tramo comprendido entre los 3 y los 5 años estamos ante una tartamudez episódica o fisiológica. En ninguno de los dos casos es aconsejable la intervención, que hasta puede ser contraproducente, y debemos limitarnos a proporcionar el ejemplo correcto al niño sin castigarle por sus malas articulaciones. Sólo un 10 % de los niños con tartamudez fisiológica llegará a desarrollar una disfemia en la edad adulta.

* Para poder diagnosticar una disfemia en niños, por tanto, el sujeto ha de ser mayor de 5 años. Si el niño tiene entre 5 y 7 años estamos ante una disfemia primaria. Si el niño tiene entre 7 y 10 años estamos ante una disfemia secundaria: el niño presenta un agravamiento de los síntomas y se hace plenamente consciente del trastorno, por lo que empieza a adoptar estrategias evitativas como cambiar la sintaxis de las frases o palabras por sus sinónimos para lograr enunciados más fáciles de pronunciar... como hace Jason. Además el niño ya tendrá problemas sociales con sus compañeros... también como Jason.

Un dato literario-histórico curioso: Lewis Carroll, autor de "Alicia en el País de las Maravilllas" no pudo acceder al sacerdocio por su tartamudez. Como respuesta escribió el siguiente poema:

Learn well your grammar
And never stammer
Write well and neatly
And sing soft sweetly
Drink tea, not coffee
Never eat toffy
Eat bread with butter
Once more don't stutter

Retrato de una época a través del cine

Son los pequeños detalles, como decíamos antes, los que de forma más certera y precisa evocan la realidad de una época: las Doc Martens y las cazadoras Bomber, los omnipresentes relojes Casio, comprar una cinta TDK para grabar las mejores canciones del 'Top 40' de la radio... La música, por supuesto, también es un elemento clave en la ambientación: Madness, Duran Duran, Talking Heads, Sex Pistols, los Commodores, 'Video Killed The Radio Star'... canciones y grupos que retratan una década suenan con frecuencia en las páginas de "El Bosque del Cisne Negro".

Claro que en el fondo no debería antojársenos tan sorprendente lo fiel de la evocación de 1982 por parte de David Mitchell pues, habiendo nacido el propio autor en 1969, un simple cálculo matemático es más que suficiente para caer en la cuenta de que, efectivamente, él mismo tenía trece años en esa fecha; y eso por no mencionar el carácter semi-autobiográfico de la propia novela, pues según parece escritor y personaje comparten, además de año de nacimiento, el problema del tartamudeo.

Otro aspecto que fácilmente nos retrotrae a algunos a la década de los ochenta y nuestros años de infancia (salvando las distancias, por supuesto, pues yo nací diez años después que Jason y David) es el papel de la televisión y el cine como medios de entretenimiento, en una época en la que apenas existían unos pocos canales entre los que escoger (cuatro, se nos dice en algún momento de la novela, y a mí ya me parecen muchos recordando los tiempos de La Primera y La Segunda) y el vídeo daba sus primeros pasos, sin que aún el VHS hubiese ganado la batalla al Beta. Así, y dado lo limitado de las opciones, lo más frecuente era que todo el mundo viese las mismas películas, ya fuese en la gran pantalla o en la pequeña, y hablase de los mismos programas; programas como ese mítico "Juegos Sin Fronteras" que de repente he recordado al verlo mencionado en la historia: un concurso donde participan distintos países con distintas ciudades que debían competir en distintas pruebas deportivas y de habilidad y que se realizó entre 1965 y 1982, y en una segunda etapa, en la que participaría España, entre 1988 y 1999. De hecho, España ganaría con el equipo de Jaca en la edición de 1990 y Asturias estaría representada a nivel nacional por Gijón en 1988 y Cangas de Onís en 1992, año a partir del cual TVE dejó de participar, programando en su lugar el "Grand Prix"... y, en mi opinión, salimos perdiendo con el cambio.

Pero, programas de televisión aparte, son precisamente las películas uno de los elementos que mejor refleja la época en que se desarrolla la historia, así como su conversión en tema común de diálogo y paralelismos; y, por lo mismo, es momento de dar un pequeño repaso a la filmografía de Jason en ese año de 1982:

- "La Gran Evasión" (1963) es la película que todos habían visto por televisión y de la que ningún niño o adolescente podía dejar de hablar, y Steve McQueen el gran héroe a destacar en el notable elenco protagonista de esta historia (con guión de James Clavell, a partir de la novela de Paul Brickhill, que fue uno de los internados en el campo) basada en los hechos reales ocurridos en el campo de prisioneros de guerra Stalag Luft III, donde los prisioneros aliados intentaban escapar en masa.

- "Superman II" (1980) hace que Jason se pregunte cuán maravilloso tiene que ser eso del sexo para que Clark Kent esté dispuesto a renunciar a sus increibles poderes a cambio de consumar su amor por Lois Lane. Y es que, en efecto, es en esta segunda entrega de las aventuras del superhéroe en la que la avispada reportera descubre el secreto de su pavisoso compañero y, como consecuencia de todo lo anterior, el general Zod y sus secuaces Ursa y Non, llegan a dominar la Tierra tras ser liberados incidentalmente de la zona fantasma en la que se hallan prisioneros los villanos de Krypton. Pero no preocuparse, que al final de la peli Superman le borra la memoria a Lois y asunto arreglado.

- "Carros de Fuego" (1981) es el estreno cinematográfico del momento; la película que Jason intenta ir a ver con su padre antes de que los planes se tuerzan durante la convención de empleados de su supermercado, y la que finalmente va a ver en compañía de su madre, con catastróficas consecuencias para su reputación. Basada en la historia real de los atletas británicos preparándose para competir en los Juegos Olímpicos de París 1924, Oscar a la Mejor Película de 1982 y con una banda sonora inolvidable a cargo de Vangelis que también obtuvo la dorada estatuilla... tan inolvidable que, ciertamente, marca una época, a tal punto que todos la tarareábamos incluso sin haber visto la película.

- "El Coloso en Llamas" (1974), más de Steve McQueen, acompañado de Paul Newman, por si fuera poco. La típica película que uno veía una y otra vez en la televisión en la infancia y, ciertamente, parecía imposible cansarse de ella. El rascacielos más alto del mundo acaba de ser construido en San Francisco, y se organiza una fiesta con numerosos invitados en la sala de baile situada en la planta más alta del edificio. Antes de la celebración, el promotor del rascacielos (William Holden) se entera de que su yerno (Richard Chamberlain) ha introducido modificaciones en los detalles técnicos del edificio, con el propósito de emplear materiales de menor calidad. La fiesta ya ha comenzado, cuando saltan chispas en la instalación eléctrica de uno de los pisos, y se origina un incendio que se propaga rápidamente a los pisos superiores. En un edificio tan alto, los bomberos no pueden controlar un fuego de esa magnitud, por lo que intentan evacuar a los invitados de la fiesta de todas las maneras posibles. El jefe de bomberos (Steve McQueen) dirige las operaciones y está en contacto con el arquitecto del edificio (Paul Newman), que le explica las características del rascacielos. Ante una situación cada vez más desesperada, el arquitecto tiene una idea que tal vez resulte... Una de esas películas de catástrofes que no pasan de moda, llena de emoción y acción. ¿Se nota que guardo muy buen recuerdo de ella?

- "Harry el Sucio" (1971) es, por supuesto, otro héroe de niños y adolescentes de la época, por más que el personaje sea el ejemplo típico y posteriormente imitado hasta la saciedad de antihéroe; y, sin duda, mucho tiene que ver el carisma de Clint en ambas cosas (su adoración por parte del público y su caracterización como antihéroe). Pero aunque Callahan es casi indiscutiblemente el papel emblemático de Eastwood, es irónico que no fuera él el principal candidato para protagonizar la película. Así, el papel fue originalmente escrito para Frank Sinatra, pero el cantante se había roto la muñeca y encontró la famosa .44 Magnum de Smith & Wesson demasiado pesada para él, de modo que rechazó la interpretación. Sólo se le ofreció el papel a Eastwood después de que John Wayne, Steve McQueen (otra vez él) y Paul Newman también rechazaran encarnar al inspector por diversas razones. En su versión original, la historia se desarrollaba en Seattle, Washington; una de las condiciones de Eastwood para aceptar el papel era el cambio de escenario a San Francisco, su ciudad natal.

- "Moonraker" (1979) es la undécima película de la saga de James Bond, otro héroe indiscutible para niños y no tan niños, protagonizada por Roger Moore, el sucesor del que para mí fue el mejor y más carismático 007 de la historia, Sean Connery. En realidad, por aquellas fechas estaba previsto el estreno de "Sólo Para Tus Ojos", pero tras el enorme éxito de "Star Wars" el productor decidió estrenar primero "Moonraker". Por cierto, que un Moonraker era un transbordador espacial, y de ahí lo supuestamente lógico del razonamiento anterior...

- "Kramer Contra Kramer" (1979) es el típico drama que un niño puede no disfrutar necesariamente, como en su momento le sucedió a Jason, por más que a su hermana cinco años mayor, Julia, le encantase; claro que algo puede tener que ver con eso el hecho de que la susodicha hermana mayor aspirase a convertirse en abogada, por más que sus intereses se inclinasen más por lo mediobambiental, todo sea dicho. Eso, o que los niños no se sienten especialmente atraidos por el drama, ni siquiera aunque su afición secreta sea la poesía. Pues drama es en efecto esta historia que también lo es de juicios. Ted Kramer (Dustin Hoffman) es un hombre que antepone su trabajo a su familia. Su esposa Joanna (Meryl Streep) no resiste más esta situación y le abandona. Ted se ve ahora ante la necesidad de ocuparse de la casa y, sobre todo, de su pequeño hijo. Después de un tiempo, cuando Ted ya se desenvuelve bien solo, Joanna regresa y reclama la custodia del niño... Un caso más de película basada en una novela; un caso más de esos en los que, de igual modo, he leido el libro pero no he visto la película.

La sabiduría de los 13

* "En los juegos y en el deporte lo importante no es participar, ni siquiera ganar. Lo importante de verdad es humillar." (Pág. 13)

* "La guerra es una subasta en la que gana quien sea capaz de pagar más daños y desperfectos y seguir en pie." (Pág. 137)

* "La guerra puede que sea una subasta para los países, pero para los soldados es una lotería." (Pág. 143)

* "La verdadera poesía es sincera. La verdad no es popular, por eso la poesía tampoco." (Pág. 201)

* "El odio no necesita un porqué. Un quién o incluso un qué es más que suficiente." (Pág. 256).

* "Si las consecuencias de las consecuencias de las consecuencias de lo que hacemos también son culpa nuestra, nunca saldríamos de casa." (Pág. 371)


Una aguda y divertida ocurrencia (pág. 11)

"A los pocos metros metió el pie en una rodera helada, salió volando y aterrizó de culo. Típico de Lerdell.

- Creo que tengo una conmoción -dijo.

- Conmoción es cuando te golpeas en la cabeza. A no ser que tengas el cerebro en el culo.

Tremenda frase. Qué pena que no la hubiese oído nadie importante."


Una anécdota directa a mi punto débil (pág. 40)

"Había un chaval en el instituto que estaba a punto de examinarse y que tenía unos padres infernales que le presionaban a muerte para que sacase todo sobresalientes. Pero cuando llegó el día del examen el chaval se vino abajo y no entendía ni las preguntas, así que lo que hizo fue sacar dos bolis del estuche, ponérselos uno en cada ojo por la punta, levantarse de la silla y dar un cabezazo contra el pupitre. Allí mismo, en el salón de actos. Los bolis le atravesaron los globos oculares con tanta fuerza que sólo asomaban un centímetro de las cuencas ensangrentadas." ¡Aaaaaaaarrrgh!


Te gustará si te gusta... Aunque "El Bosque del Cisne Negro" ha sido comparado por algunos críticos y demás expertos en la materia con "El Guardián Entre el Centeno", personalmente no estoy de acuerdo con que el paralelismo sea tan evidente, más allá del hecho general de que se trata en ambos casos de lo que se conoce como 'bildungsroman' o novelas de aprendizaje, y que se caracterizan por seguir el proceso de formación y desarrollo físico, moral, psicológico y/o social de su protagonista, generalmente desde la infancia hasta la madurez. Por descontado que en la novela de Mitchell hay mucho de eso, incluyendo un cierto grado de maduración por parte de Jason a lo largo de esos trece meses de su vida de los que se nos deja ser testigos, pero desde mi punto de vista poco tienen que ver, ambientación aparte, las vicisitudes de Caulfield con las de Taylor.

También se suele relacionar esta novela con "El Señor de las Moscas" de William Golding, acaso por esa crueldad innata a los niños y adolescentes para con sus propios congéneres, el predominio de los fuertes o los populares sobre los débiles e impopulares, que también constituye uno de los temas centrales del título que hoy nos ocupa. De hecho, el propio Jason hace referencia a la mítica novela, de lectura imprescindible en colegios e institutos británicos, en más de una ocasión.

Sin embargo, personalmente creo que la mejor referencia a la hora de afrontar la lectura de "El Bosque del Cisne Negro" es "El Diario Secreto de Adrian Mole" de Sue Townsend, si bien es cierto que tanto el estilo narrativo de Mitchell como el personaje central de su historia reflejan una mayor madurez que la que se aprecia en esta otra historia de adolescencia, cuyo marco temporal y espacial guardan gran semejanza con los de la novela presente, pero en la que, todo sea dicho, las típicas diferencias campo-ciudad juegan un papel no poco importante a la hora de configurar los principales hilos argumentales de la trama. (Para los interesados, lo suyo es remitiros a la entrada de este blog correspondiente a la novela de Townsend, más enfocada al público juvenil, que fue, por cierto, una de las primeras de este sitio: http://libros-maslibros.blogspot.com/2011/01/2011-5-el-diario-secreto-de-adrian-mole.html).

También puede gustaros si os gusta o gustaba aquella mítica serie televisiva de nuestra infancia protagonizada por Fred Savage, alias Kevin Arnold: "Aquellos Maravillosos Años". La serie, en antena durante seis temporadas, lidiaba con los problemas sociales y acontecimientos históricos, principalmente norteamericanos, desde 1968 a 1973, vistos todos ellos a través del personaje principal, Kevin Arnold, quien también afrontaba problemas familiares y conflictos sociales de adolescentes: principalmente con su mejor amigo Paul Pfeiffer (interpretado por Josh Saviano, quien muchos dicen que se encuentra detrás de ese otro personaje que es el rockero Marilyn Manson, pero naranjas de la china), y Winnie Cooper (Danica McKellar), en quien estaba interesado sentimentalmente. Evidentemente, ni el tiempo ni el lugar son los mismos, pero, al fin y al cabo, la adolescencia es la adolescencia...


Otras visiones de la infancia

...o adolescencia: al final, tanto monta, monta tanto. Especialmente, después de que ya hemos dejado suficientemente claro que, a los trece, se está en un estadio intermedio que no se puede calificar en justicia de ninguna de las dos formas; aunque, por supuesto, eso también depende del niño o adolescente en cuestión.

En cualquier caso, y creo haberlo dicho ya también con anterioridad, algo tienen las aventuras infantiles que enganchan al lector, por sus posibilidades de evocar tiempos pasados, e inspiran al escritor, por todo ese abanico de opciones exploratorias que sin duda ofrecen, pues nada contribuye más a formar una personalidad que las experiencias de los primeros años o de esos otros tan cruciales por la fuerza de su impronta, y a menudo no hay mejor aproximación alternativa a la realidad que la que ofrecen unos ojos más o menos inocentes.

De hecho, hay en "El Bosque del Cisne Negro" un cierto aroma a clásicos de la literatura de aventuras protagonizados por jóvenes en edad de crecimiento, acaso por esa estructura en capítulos que se configuran como anécdotas en principio aisladas, si bien no del todo independientes, como si de episodios de una serie se tratase, en las que el componente de aventura inevitable se entremezcla con lo cómico y lo cotidiano sin que falte algún toque de drama.

* Una primera referencia evidente una vez que se identifica semejante estructura, son "Las Aventuras de Tom Sawyer" de Mark Twain, aunque supongo que de igual modo podríamos decir Huckleberry Finn. "Las Aaventuras de Tom Sawyer" es el conocidísimo relato de unos meses en la vida de este niño que vive en una ciudad pequeña del suroeste de Estados Unidos a orillas del río Misisipi. Criado por su tía Polly, que lo quiere de corazón pero que lo somete a una disciplina que se le hace absurda y desagradable, Tom contempla el mundo de una manera muy distinta a como lo hacen los adultos con los que tiene que convivir. Precisamente porque existe ese distanciamiento nos entretiene con sus reacciones divertidas y nobles. Más agreste y rebelde contra ese universo de las personas mayores es su amigo Huckleberry Finn, el compañero ideal de Tom que es envidiado por los demás niños que contemplan en su vida una forma de existencia que a ellos les gustaría llevar. Juntos vivirán aventuras humorísticas y dramáticas de las que podrán salir más airosos de lo que hubiera podido hacerlo cualquier adulto. Al final, siquiera en apariencia, tanto Tom como Huck acabarán siendo conducidos a ese contexto de personas que crecerán y dejarán de ser niños.

* Una suerte de versión femenina de Tom Sawyer sería "Pollyanna", de Eleanor H. Porter, que también es huérfana y está al cuidado de una Tía Polly de lo más estricta... pero lo cierto es que, aunque resulta más que probable que haya visto alguna de las películas inspiradas en esta novela de niña, esta chiquilla no forma parte de mis referencias, ni literarias ni visuales.

Algo que, por el contrario, sí puede decirse de la sin par Anne (con e) Shirley, pelirroja protagonista del "Ana de las Tejas Verdes" de la canadiense Lucy Maud Motgomery. La obra, que en principio se escribió para todas las edades pero que en décadas recientes empezó a considerarse un libro para niños, narra la vida de Anne Shirley, una niña huérfana (sí, otra más) que gracias a su carácter imaginativo y despierto logra encandilar a todos los habitantes de Avonlea, el pequeño pueblo pesquero ficticio en la Isla del Príncipe Eduardo donde se desarrolla la historia a principios del siglo XX. Supuestamente, Montgomery se inspiró en un artículo periodístico sobre el caso de una pareja canadiense que al solicitar la adopción de un chico huérfano recibieron una chica en su lugar.

Y ya que empezábamos hablando de Tom Sawyer, decir que su autor, Mark Twain, llamó a Ana de las Tejas Verdes la más querida y encantadora niña de ficción desde la inmortal Alicia... a la que, por si alguien se lo pregunta, no considero oportuno incluir en esta sección por lo fantástico de sus aventuras.

* Para finalizar esta breve mirada a otras infancias literarias, me gustaría mencionar el relato de Stephen King 'The Body' (o 'Fall From Inoccence'), mucho más conocido por su versión cinematográfica, "Cuenta Conmigo". Y es que, por más que en la novela de Mitchell lo disfuncional no tenga un papel tan marcado como en esta historia, aunque sí que esté presente a través de las vivencias familiares de algunos secundarios, creo que ambos autores retratan muy bien las relaciones entre adolescentes y sus comportamientos, así como sus inquietudes y forma de ver la vida.


Otras obras del autor

David Mitchell es autor hasta la fecha de cinco novelas, de las cuales este "El Bosque del Cine Negro" es la cuarta; pero, como suele ser habitual en estos casos, en los que hablamos de un autor extranjero que no cuenta con ningún gran éxito en nuestro país, su bibliografía en castellano se reduce a un total de tres títulos.

* La primera novela de Mitchell, "Escritos Fantasma", de 1999, transcurría por distintos puntos del globo, de Okinawa a Mongolia llegando hasta Nueva York, y usaba nueve narradores cuyas historias se enlazaban entre sí de un modo sutil y apenas perceptible, construyendo una cadena de acontecimientos regida a partes iguales por el azar y la causalidad. En cada una de ellas el autor crea un estilo particular, perfectamente diferenciado, con un narrador distinto y una localización geográfica diferente. Nos ofrece así un fantástico mosaico de voces, un relato magistral poblado de múltiples personajes y ambientes perfectamente recreados tanto en su lenguaje como en su contexto. Podría calificarse esta obra como una gran parodia de las inquietudes y problemas que afectan a nuestra era, pero también de las pequeñas esperanzas que podemos albergar en un mundo caótico y enloquecido. Con una enorme dosis de humor e inteligencia Mitchell recrea en estas páginas situaciones tan diversas como la huida de un miembro de una secta apocalíptica, autor de un atentado con gas sarín en el metro de Tokio; el regreso de una científica a su pequeña aldea irlandesa mientras reflexiona sobre la aplicación de sus investigaciones a la carrera armamentística; la historia de una mujer china que vive al pie de una montaña sagrada junto a un árbol que habla y ve pasar por delante de su vida diferentes regímenes políticos; los avatares de un grupo de falsificadores de obras maestras de un museo de San Peterburgo con el retrato de fondo de una Rusia desmembrada; el diálogo entre el locutor de un programa nocturno de radio en Estados Unidos y un ser incorpóreo de enorme inteligencia; un espíritu que viaja de cuerpo en cuerpo en Mongolia, o la huida hacia ninguna parte de un ejecutivo inglés que trabaja en Hong Kong. De Mongolia a Irlanda, de Hong Kong a Londres o de San Petersburgo a Estados Unidos, esta novela cruza el mundo de una punta a otra mientras va tejiendo una trama que enlaza a sus personajes, cruzando destinos y reflejando los modos de vivir característicos de nuestro tiempo. Con esta obra, Mitchell ganó el premio John Llewellyn Rhys (para el mejor autor británico menor de 35 años) y fue nominado para el Guardian First Book Award.

* "El Atlas de Las Nubes", su tercera novela, nominada al Man Booker Prize y tal vez la que goza de mayor predicamento entre sus seguidores, presenta una trama que da la vuelta al mundo y recorre desde el siglo XIX hasta un futuro apocalíptico, a través de seis historias entrelazadas, lo que sin duda pone de manifiesto la gran afición de Mitchell por las historias complejas concebidas a modo de mosaico. El relato se abre en 1850 con el regreso del notario estadounidense Adam Ewing desde las islas Chatham a su California natal. Durante el viaje, Ewing traba amistad con un médico, el doctor Goose, que comienza a tratarle de una extraña enfermedad causada por un parásito cerebral... Repentinamente, la acción se traslada a 1931 en Bélgica, donde Robert Frobisher, un compositor bisexual que ha sido desheredado, se introduce en el hogar de un artista enfermizo, su seductora esposa y su núbil hija... De ahí saltamos a la Costa Oeste en la década de los setenta, cuando Luisa Rey destapa una red de avaricia y crimen que pone en peligro su vida... Y, del mismo modo, con idéntica maestría, viajamos a la ignominiosa Inglaterra de nuestros días, a un superestado coreano del futuro próximo regido por un capitalismo desbocado y, finalmente, a Hawai, a una Edad de Hierro post-apocalíptica que corresponde a los últimos días de la historia.

Sin embargo, la historia tampoco termina ahí. La narrativa vuelve, como si de un bumerán se tratara, en el tiempo y en el espacio hasta el punto de partida recorriendo, en sentido inverso, la trayectoria trazada. Durante la travesía, Mitchell va revelando los lazos que unen a personajes tan distintos, el modo en que se entrecruzan sus destinos y la forma en la que sus almas se desplazan a través del tiempo como las nubes por el horizonte. Tal y como han dicho los especialistas en el tema, David Mitchell es un visionario posmoderno que se mueve con maestría por una multiplicidad de estilos y sabe combinar a la perfección los ingredientes básicos de la novela de aventuras con una debilidad muy nabokoviana por el puzzle, un ojo clínico para retratar a los personajes y un gusto por la reflexión filosófica y científica en la línea de Umberto Eco, Haruki Murakami y Philip K. Dick. ¡Ahí es nada!
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Proximamente: "Everlost", de Neal Shusterman.

1 comentario:

  1. Por qué lo expulsaron de los espectros al día siguiente?
    Cömo escapó de la casa del bosque de la anciana?

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