lunes, 14 de febrero de 2011

2011-16. "Morir a los 27", de Joseph Gelinek


Los viejos rockeros nunca mueren.

Título: "Morir a los 27".

Autor
: Joseph Gelinek.

Editorial
: Plaza & Janés.

Año: 2010.

Páginas: 509.

Género: Novela negra ('thriller policíaco").

Frase promocional: 'Un trepidante thriller policíaco que descubre el lado más salvaje del rock and roll'.

Sinopsis: Alguien ha disparado a John Winston, líder de The Walrus, la banda de rock más importante del momento. Las cosas se complican para el inspector Raúl Perdomo cuando un famoso reo se confiesa autor del crímen: Mark David Chapman, el asesino de John Lennon, que lleva treinta años entre rejas por la muerte del líder de The Beatles.

Mientras Perdomo trata de esclarecer la verdad sobre la confesión de Chapman, descubre que el asesinato de Winston resucita la leyenda del macabro "Club de los 27", según la cual las estrellas más relevantes de la música moderna mueren a los 27 años en circunstancias extrañas: Jimi Hendrix, Janis Joplin, Brian Jones, Jim Morrison o Kurt Cobain.


Puntuación
: 3,5/5

Calificada de forma genérica como thriller policíaco, lo cierto es que una de las mayores virtudes de "Morir a los 27" es su habilidad para combinar géneros: hay acción, comedia, investigación, costumbrismo... pero, sobre todo, mucha música. Quien se sienta atraido por esta novela por lo que promete en su contraportada, no verá defraudadas sus expectativas, pues si algo caracteriza a Gelinek es su afición al denominado 'infotainment', género que maneja a su vez de forma magistral. ¿Que qué es eso? Pues una simple etiqueta de ésas que tan en voga están, y que sirven para combinar términos: información y entretenimiento, en este caso.

Si bien en el mundo televisivo semejante mezcla se traduce, en la práctica, en lo que se llama televisión espectáculo y que, en gran medida, vive de historias intrascendentes cuando no ya directamente de escándalos y exposición de intimidades, en el mundo literario la combinación ofrece resultados mucho más interesantes por su valor didáctico. Y es que, en efecto, lo que uno se encuentra bajo la etiqueta es una combinación, en este caso muy lograda, de auténtico conocimiento y hechos fundamentados, incluso personajes reales, que conviven con los ficticios en una historia que retrata a la perfección el mundo del rock and roll en una de sus múltiples vertientes.

No faltan en "Morir a los 27" las anécdotas musicales de toda índole, con un especial protagonismo, como no podía ser de otra forma, de las figuras de John Lennon (la introducción está dedicada a su asesinato a manos de Chapman, también protagonista de esta novela en la distancia) y Jim Morrison. Es innegable la importancia que en la novela se le concede al denominado rock clásico, pero el amor del autor por la música, en general, se traduce en la presencia de todo tipo de estilos musicales, sin que falte lo clásico: no en vano el hijo del protagonista toca el violín, y su novia del momento (¿o ex?) es trombonista en una orquesta. Y dicho protagonismo de la música se hace patente ya con sólo echar una ojeada a esta novela, puesto que los capítulos llevan por título nombres de canciones más o menos conocidas, cuya verdadera naturaleza se desglosa en un epílogo final (y que, según he leído, pueden escucharse además en la página de Facebook del autor).

En cuanto a la ambientación de la novela, Gelinek hace con Madrid algo muy parecido a lo que otros autores como Mendoza hacen con Barcelona: convertirla en un escenario que en realidad son muchos, perfecto para el desarrollo de la historia, y resaltar algunos lugares emblemáticos en la acción, combinando la actualidad con la tradición.

También en el tratamiento de los personajes se advierte, a mí entender, cierta analogía con la serie del detective Esquius creada por Andreu Martín y Jaume Ribera, tanto en el carácter de su protagonista como en la introducción de 'parteners' que, si bien realistas, representan la parte más friki de la sociedad española: verbi gratia, en este caso, Amalia Torres, una periodista cincuentona especializada en temas musicales de apetito voraz, gusto extravagante en el vestir y gran mano para el Texas Hold'em.

En cuanto al propio Perdomo, el autor recurre a la táctica de la humanización del personaje mediante incursiones en su vida familiar y sentimental, lo que hace que este libro no se circunscriba únicamente al género negro, sin más, y contribuye a convertir al inspector en protagonista por derecho propio, más allá del simple hecho de cual sea su profesión y su papel en la investigación. De hecho, esta es la segunda novela protagonizada por Raúl Perdomo.


Otras obras del autor:

Joseph Gelinek es el pseudónimo de un musicólogo español que toma su nombre del virtuoso pianista que fue humillado por Beethoven en un famoso duelo musical en Viena, a finales del siglo XVIII. Como su álter ego, Gelinek también toca el piano (y la guitarra); además es compositor y experto en la vida y obra de Ludwig van Beethoven. Colaborador habitual en diversos medios de comunicación, sus principales esfuerzos se centran por el momento, en la reconstrucción y divulgación del repertorio menos conocido del compositor. Y su identidad se mantiene tan en secreto que, según he leido en algún blog, llega a conceder sus entrevistas vía Messenger (lo cual, si uno lo piensa, no parece más que una forma de contribuir al misterio, abriendo nuevas opciones para los más imaginativos, como que detrás del pseudónimo se oculte una mujer o un personaje lo suficientemente conocido como para descartar la opción menos extraña de la entrevista telefónica).

Gran aficionado a la literatura y al cine, puso sus vastos conocimientos musicales al servicio de un thriller apasionante, "La Décima Sinfonía", su debut, que ha sido publicado en más de quince países: El mundo de la música clásica se revoluciona cuando el prestigioso director de orquesta Roland Thomas interpreta, en un concierto privado, la supuesta reconstrucción del primer movimiento de la mítica Décima Sinfonía de Beethoven. Uno de los invitados al acontecimiento, el joven musicólogo Daniel Paniagua, sospecha al escuchar una música tan sublime y le asaltan las dudas: ¿Y si la partitura original de la Décima existiera y hubiera llegado a manos de Thomas? ¿Y si el genio de Bonn hubiera vencido la supuesta «maldición de la décima», que se dice acababa con la vida de los compositores que intentaron finalizarla?

Su segunda novela, "El Violín del Diablo", otra historia músico-policíaca en la que se introduce el personaje de Perdomo. La concertista española de violín Ane Larrazábal aparece estrangulada en el Auditorio Nacional de Madrid después de haber interpretado el Capriccio nº 24 de Paganini, la que se dice es la obra más difícil jamás compuesta para violín. El asesino ha dejado escrita en su pecho, con sangre de la propia víctima, la palabra iblis, que signifca diablo en árabe. Su valioso instrumento, un Stradivarius que tiene tallada en la voluta la cabeza de un demonio, ha desaparecido. El jefe superior de Policía asigna el caso a Raúl Perdomo, uno de los investigadores más hábiles del cuerpo. Perdomo es muy crítico con los fenómenos paranormales, pero cuando empieza a sufrir extrañas y estremecedoras visiones que no logra explicarse, decide recurrir a los servicios de una parasicóloga.


Escenas:

* Momentos cómicos... Qué es el 'paquestéis' y para qué sirve (pág. 242).

* ...y otros que lo son menos: Cosas que se pueden hacer con un boli Bic (ehombre se leyó el libro de tecnología que tenía yo en 3º de la ESO) (págs. 269-70).


El Club de los 27: inspiración para una novela.

El Club 27, o 'Forever club', es un tétrico directorio de nombres que reúne a la larga lista de músicos, sobre todo del mundo del pop y el rock, que han fallecido con veintisiete años. Es un hecho objetivo que han muerto un mayor número de músicos a esa edad que a cualquier otra.

Aunque el número de sus integrantes supera la treintena, cinco son los grandes representantes de este club: Brian Jones (guitarrista de los Rolling Stones que murió ahogado en una piscina), Janis Joplin (por sobredosis de heroína), Jim Morrison (el mítico líder de The Doors que sufrió un fallo cardíaco probablemente debido al abuso de estupefacientes), Jimi Hendrix (se ahogó con su propio vómito, provocado por una sobredosis, mientras dormía) y Kurt Cobain (el cantante y líder de Nirvana que se suicidó con un arma de fuego).

Aunque las causas de fallecimiento son diversas, la leyenda en torno al Club 27 se cimenta también en el hecho de que muchas de las muertes se produjeron en circustancias extrañas o poco claras. Así, el caso de Brian Jones fue reabierto por la policía de Sussex en 2009, después de que un periodista del 'Daily News' consiguiese reunir más de seiscientos documentos relacionados con su muerte. A Jim Morrison nunca se le llegó a practicar la autopsia, lo que da pie a numerosas especulaciones acerca de la verdadera naturaleza de su muerte; y, en cuanto a Kurt Cobain, ¿quién no ha oído alguna vez eso de que fue Courtney Love la que lo mató para quedarse con todo el dinero?


Te gustará si te gusta... La música (especialmente el rock clásico) y el póker, del que también se dan lecciones en esta novela.


Citas:

* "La música nos atrapa, nos conmueve y nos hipnotiza más que ningún otro arte en el mundo: por cada persona que ha llorado delante de un Van Gogh, hay cien que lo han hecho al escuchar un tema de Lennon." (pág. 223).

* "La música, el cine y los programas informáticos no son más que un bien común, a cuyo acceso todos tienen derecho. ¿Por qué un rico puede comprarse, entonces, toda la música que le da la gana y el pobre tiene que andar pasando apuros a final de mes, para enriquecerse espiritualmente? El libre intercambio de productos audiovisuales es la forma más justa y eficaz de potenciar el disfrute de la cultura. Yo no comercio con pornografía, sino que trato de poner a disposición de la gente música, libros y películas de primera calidad. Me honro en ser el puente que está acercando al pueblo los bienes culturales a los que tiene legítimo derecho." (pág. 435).

Tema de actualidad, debate abierto... En efecto, entre los muchos temas que se abordan en esta novela tan contemporánea se encuentra, como no podía ser de otro modo dada la gran importancia de la música en la historia, el de la piratería; si bien es cierto que desde una perspectiva llevada al extremo que, por suerte, no deja de ser más que pura y exagerada ficción (y es de esperar que así siga siendo). Con sólo leer el párrafo anterior, resulta más que evidente que el discurso del antipático personaje de las brillantes y terribles ideas, O'Rahilly, no es más que pura demagogia: una forma de justificar que sean su bolsillos los que se llenen en lugar de los de los auténticos artistas, pues por más que hable de bienes culturales de interés general, su único afán es el de hacer dinero.

Está claro que todos los aspectos relacionados con la defensa de los derechos de autor, la propiedad intelectual, la difusión y el disfrute de las obras artísticas por parte de los particulares encierran una gran complejidad, siendo muy difícil llegar a hacerse una idea cabal de todo lo que este problema encierra realmente; y, sin embargo, para mí hay una reflexión evidente que a menudo me lleva a pensar que no todo es puro y cristalino cuando de exponer argumentos al respecto se trata. Y es que, en efecto, se habla mucho de las pérdidas que la distribución ilegal origina para la industria de la creación artística, pero, si realmente esa reducción de ingresos es tan grave, ¿acaso no compensaría bajar los precios para fomentar así el consumo original?

Y, en cuanto a esos que tienen algo que decir en contra de las bibliotecas ahora que estas ponen al alcance de cualquiera también películas y música (lo de los libros parece más aceptable, quien sabe si, más que por tradición, porque es un negocio que mueve menos dinero), ¿acaso no es todo cultura y no reconoce el artículo 44 de la Constitución el derecho de acceso a la misma de todos los españoles? (Como se nota que me tuve que estudiar otra vez la Constitución hace poco, jeje). ¿Un canon? Personalmente, estaría dispuesta a pagarlo siempre que no resultase abusivo, pues está claro que siempre es mejor pagar un euro por el préstamo de un libro en la biblioteca que veinte por comprarlo en la tienda sin garantía de disfrute; pero creo que tal medida sería altamente contraproducente dada la poca afición a la lectura de los jóvenes de hoy en día, que no creo que dudasen mucho si tuviesen que elegir entre gastarse un euro en el bar o en la biblioteca. Y, como no me canso de decir, ya se sabe que toda lectura es cultura y hasta educación, incluso si se trata de alguna novela puramente crepuscular.

Breve exposición fotográfica.
Todas estas fotos forman parte, no sólo de la historia narrada en "Morir a los 27", sino de la historia de la música pop-rock.

El 8 de diciembre de 1980, Annie Leibovitz acudió al apartamento de John Lennon para fotografiarlo para la revista 'Rolling Stone'. Horas después de la sesión fotográfica, el músico fue asesinado por Mark David Chapman, quien le disparó cuatro veces a la entrada de su edificio en Nueva York. Finalmente, ésta fue la fotografía que 'Rolling Stone' publicó en portada el 22 de enero de 1981, sin titulares.

Alrededor de las 5:00 p. m., John Lennon y Yōko Ono salieron del Edificio Dakota para una sesión en los 'Record Plant Studios'. Mientras el músico caminaba hacia la limusina, Chapman consiguió estrechar la mano del cantante y que éste le firmara un ejemplar de su último disco, "Double Fantasy"; pese a ello, permaneció esperando en la entrada hasta que la pareja regresara.

En 1997, el historiador y cronista de rock norteamericano Brett Meisner decidió ir a visitar el Père Lachaise de París, en donde descansan los restos de Morrison, para rendirle tributo por su aportación a la música contemporánea.Una vez allí, le pidió a su asistente que registrara el momento tomando una fotografía.
A su regreso a casa reveló las fotos del viaje y las puso a buen recaudo, sin notar nada extraño.Cinco años después, al volver a ver esta foto, advirtió algo que resultó sorprendente para muchos: una imagen transparente en el fondo, que parecía ser el cantante en persona con los brazos extendidos.

Hasta la fecha, los investigadores han sido incapaces de explicar el origen de la extraña imagen.

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Proximamente: "¿Sabes Que Te Quiero?", de Blue Jeans.

1 comentario:

  1. En USA está saliendo ahora una serie de cómic que se llama "27" y que parte del mismo tema, pero no sé qué tal estará.

    Por cierto, qué grandes The Doors y Nirvana. Jim Morrison y Kurt Cobain eran unos genios.

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